En SUPER Cuidadores entrevistamos a Pablo Pineda, primer licenciado europeo con síndrome de Down. El suyo es un ejemplo de cómo el entorno puede jugar un papel determinante a la hora de estimular a una persona. Desde la cercanía y la humildad, el malagueño nos habla de su vida y de sus sueños:
¿Qué papel han jugado sus padres en su vida?
Fundamental, la verdad que mis padres y toda mi familia. Siempre, desde el minuto cero, confiaron en mí. Sin poner ningún límite, dándome espacio para mi autonomía. Son las piezas claves de la educación de cualquier hijo, ¿no? Las barreras son mentales y la sociedad ayuda pero al final eres tú quien las pone.
Hay que intentar educar a un hijo con discapacidad de la misma manera que a otro sin ella. Para educar no hacen falta expertos, los propios padres son los expertos, ¿quién mejor que ellos para educar? Sabiendo que a tu hijo, que es tu hijo, tienes que educarlo como lo que es. Tampoco hacen falta teorías peregrinas. La mejor teoría es la práctica.
¿Cree que está al mismo nivel de exigencia la educación familiar y la educación escolar? ¿Tienen que estar al mismo nivel? ¿Se deben complementar?
Deben complementarse, deben ser complementarias e ir al unísono. Tanto los padres como la escuela queremos que nuestros pequeños convivan. Ambas educaciones son complementarias y llevamos muchos años pasándonos la bola: que si son lospadres o si son los maestros. Son todos. Son todos los que tienen que hacerlo. Porque si hay valores, si la familia se educa en unos valores, la escuela también lo debe hacer porque donde más estamos cuando somos niños es allí. En la escuela a veces los profesores se empeñan en enseñarnos los contenidos, las asignaturas; pero hay que saber convivir con la gente: el respeto, la tolerancia...los valores. Esa es la gran asignatura que se debe enseñar en el colegio. Es mucho más importante saber convivir que algunas de las asignaturas de la escuela.
¿Cómo era el trato con los demás en el colegio y en el instituto?¿Le trataban de igual a igual?
En el colegio fue una época preciosa, una época maravillosa. Los niños lo comparten todo. Lo pasé de maravilla. En el instituto la cosa cambia. Hay quien te acepta y hay quien no. En un curso incluso me ningunearon. El adolescente es más selectivo y va a escoger más a sus amigos. Este es más guay, este menos guay...ven más la diferencia. Es una edad muy difícil. Se enfatiza más la diferencia, es distinto.
¿Qué siente al ser la primera persona con síndrome de Down que obtiene una diplomatura universitaria en toda Europa?
Te sientes responsable porque sabes que hay un colectivo, hay unos padres y unas madres que tienen sus niños y que se fijan en todo lo que tú haces. Ven en ti la esperanza para sus hijos y eso es muy fuerte. Te sientes deudor sobre ellos. Hay alegría pero sobre todo responsabilidad. Yo tengo que seguir demostrando que un síndrome de Down puede llegar a donde él quiera.
Las barreras las impone el propio sistema social, que hace cánones y tipologías
¿Hay barreras mentales que nos imponen desde fuera?
Las barreras las impone el propio sistema social, que hace cánones y tipologías. Ese cómo debe ser, cómo debe comportarse, cómo debe vestirse. Todo eso marca la mentalidad. Estamos muy ligados al consumismo y vivimos en una sociedad muy consumista. Faltan valores y sobra consumismo y competitividad.
¿Cómo es su día a día?
Soy conferenciante. Me dedico a las charlas y conferencias. En estos últimos 5 años he estado, primero colaborando y ahora trabajando como RRPP del área de Diversidad en la Fundación Adecco. Los días que no tengo conferencias, procuro ayudar a mi madre en casa. Soy el último de los que queda en casa, además mi padre falleció y vivo con mi madre. Y luego por supuesto manejar todo lo mío: mis correos, mis llamadas, mis whatsapps...Siempre estoy con el teléfono en la mano.
La sociedad de ahora no tiene nada que ver con la de hace 30 años. Ni las leyes ni la conciencia social
¿Y la posibilidad de dar clases en la Universidad?
Es difícil. ¿Tú te lo imaginas? Ser profesor es un poco más complicado. Es una persona con prestigio, con fama, con un poco de poder...Es una institución con poder. Hay que intentarlo pero es difícil.
Pablo, ¿cuáles son sus expectativas de vida? ¿Sus sueños?
Todo el mundo queremos una familia, una pareja pero al final las expectativas son seguir como estoy, trabajando en la Fundación Adecco, con salud. Respecto al nivel personal, todo el mundo sueña con tener una pareja, una familia, unos hijos... Esos son sueños que uno tiene y espero que algún día se cumplan pero hay muchas barreras y prejuicios. Estamos en una sociedad muy moralizante y cuesta. Pero vamos avanzando. La sociedad de ahora no tiene nada que ver con la de hace 30 años. Ni las leyes ni la conciencia social. Hay un poema de Machado que dice: "Caminante no hay camino, se hace camino al andar".
El cuidador está hecho de otra pasta y además de la empatía hay que tener mucha bondad
¿Cómo valora que una persona esté formada para cuidar a otra?
El valor de estar formado es súper importante. El cuidador debe tener empatía: saber lo que siente, lo que le preocupa, lo que le duele. El cuidador está hecho de otra pasta y además de la empatía hay que tener mucha bondad y no es fácil.
¿Echa en falta más formación en el ámbito de la diversidad funcional?
Hace falta muchísima más formación. Es necesario lo que hemos dicho antes: la empatía. Y la empatía se hace conociéndonos, ni más ni menos. No solamente conociéndonos, sino queriéndonos conocer, fíjate lo que acabo de decir. Y la mejor forma es la ausencia total de estereotipos y de prejuicios. Es así como se conoce a la gente. Ese es el gran cambio, queriéndonos conocer de verdad. No por arriba sino en profundidad. Meterse en la piel de esa persona, entenderla. Estamos en una sociedad con prisa, no queremos escuchar. Los temas formativos concretos serían, entre muchos, el trato personal, la sexualidad, la afectividad, la empatía, saber escuchar...
Vídeo: Pablo, protagonista del acto central de Naciones Unidas en el Día Internacional de la Discapacidad, el pasado 2 de diciembre de 2015.