Benigno Blanco, presidente del Foro Español de Familia y vicepresidente de la Fundación Red Madre nos da su visión sobre cómo afectan los nuevos modelos de familia española a la sociedad.
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¿Cuáles cree que son los principales cambios que se están produciendo en la familia española?
La familia española está siendo azotada por los males de nuestra época en el ámbito de la cultura occidental: individualismo, materialismo, desesperanza y miedo a la vida junto con una extensión de una visión de la sexualidad ajena a los parámetros del humanismo clásico.
Estos virus morales están haciendo que caiga la tasa de nupcialidad, aumente el número de rupturas familiares y cada vez tengamos menos hijos. Este no es un fenómeno solo español, sino que es general, al menos en Europa.
A pesar de ello, España sigue contando con una de las sociedades más familiares de Europa. Por ello nos corresponde trabajar para fortalecer la familia y ello exige la creación de leyes que refuercen la familia, la implementación de políticas familiares que ayuden a los que hacen familia a que su carga no sea especialmente costosa y una revolución cultural que permita revitalizar los valores que subyacen a la familia sostenible: sexualidad responsable, apertura a la vida y lealtad interpersonal.
Las leyes y las políticas son responsabilidad del poder público; la revolución cultural que nuestra época necesita es responsabilidad de todos y a ella quiere coadyuvar el Foro de la Familia.
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¿Considera que a futuro habrá mayor o menor atención por parte de los familiares a las personas Mayores, discapacitadas y/o dependientes?
La profunda crisis demográfica que padecemos (algunos hablan ya de “suicidio demográfico”) va a hacer que cada vez haya más personas que no tengan quien les cuide. Quien en su juventud no invierta en familia, se encontrará en soledad cuando sea mayor.
Por otra parte, la necesaria contención del gasto público hace que las Administraciones no puedan contar con recursos ilimitados para atender una sociedad progresivamente envejecida y donde las personas mayores cada vez viven más tiempo.
Este es uno de los dramas de nuestra época: la escasez de hijos es una tempestad anunciada de proporciones descomunales, si no se revierte esta tendencia. De ahí la urgencia de políticas de apoyo a la natalidad y la familia.
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¿Cuál cree que debe ser el papel de las familias y de la Administración para cuidar a las personas mayores, discapacitadas y/o dependientes?
El papel esencial debería corresponder a las familias pues en ésta–si existe y funciona- se cuida mejor y con menor coste que en las instituciones públicas.
A las Administraciones les corresponde ayudar a las familias a afrontar esta responsabilidad de cuidado con formación, apoyo técnico y ayuda económica.
La época en que algunos soñaban con una asistencia pública universal con gestión directa por la Administración ya ha pasado. Ese modelo es inviable económicamente, aparte de no ser el óptimo en términos de calidad asistencial.
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¿Cree que la familia se debe formar (profesionalizar) para cuidar mejor a sus familiares dependientes o que necesitan de su apoyo?
Por supuesto. Hay que “cuidar al cuidador”, apoyarle técnicamente y darle el soporte humano y formativo que necesite según las características de las personas que ha de atender.
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¿Qué le parece el proyecto de UNIR Cuidadores, y que sea una Universidad privada, como la UNIR, la que lo impulse?
El proyecto UNIR Cuidadores me parece interesantísimo y de gran relevancia social pues afronta una de las necesidades singulares de nuestra época, según lo que he explicado antes.
Que sea una Universidad privada quien promueva esta iniciativa demuestra que la UNIR se ancla en la mejor tradición de las universidades en sus orígenes (antes de su estatalización y conversión en monstruos burocráticos), cuando eran instituciones vivas preocupadas por servir a la sociedad en la que trabajan. Mi felicitación a UNIR por esta iniciativa.