Todos tenemos pasiones a las que dedicamos nuestra vida y que nos inspiran para crecer, dedicándoles tiempo y esfuerzo de forma vocacional. En mi caso no ha sido solo una, sino que, por fortuna, he podido disfrutar de diversas facetas vitales que han hecho mi vida mucho más completa.

El arte, la pintura, el tiempo dedicado a la búsqueda de la belleza, las técnicas que me permitieran reflejar aquello que llevaba dentro. Las horas en el estudio junto a otros artistas, las exposiciones…. Eso me ha proporcionado la gran alegría de compartir con mucha gente mi forma de expresarme.

Otra de mis pasiones ha sido disfrutar de la naturaleza. La fuerza de los Pirineos y otras cordilleras siempre me ha atraído y he dedicado innumerables momentos a disfrutar de sus bosques, valles y cumbres. La montaña ha supuesto una gran inspiración en lo artístico y en lo personal, ofreciéndome experiencias y enseñanzas que me han servido mucho.

Además, he sido una viajera constante, aprovechando cualquier oportunidad para conocer nuevas realidades, conocer a otras gentes y culturas.

 

Sin embargo, la pasión que más ha marcado mi vida ha sido la del acompañamiento a las personas con Parálisis Cerebral, que ha pasado del cuidado de mi nieto a ir asumiendo progresivamente responsabilidades dentro de Fundación ASPACE Zaragoza.

Cuando Francisco nació, pronto fuimos conscientes de que su felicidad iba a depender de nuestro cariño y de muchas atenciones que en gran medida dependían de mí. Nos faltaba mucho por saber, aprendimos cada día, pero lo que nunca nos faltó fue un amor incondicional que permitió afrontar todas las situaciones difíciles que conllevan el cuidado de una persona con grandes necesidades de apoyo y una salud compleja. Ante la imposibilidad de sus padres de hacerse cargo de él dada su juventud me convertí en su tutora legal. Y se convirtió en un nieto/hijo. Por desgracia, su frágil estado de salud no le permitió seguir viviendo, falleció a los 16 años, dejando un gran vacío en nuestras vidas. Lo recuerdo constantemente.

El vacío que deja la muerte de un nieto es imposible de llenar, pero tras años conviviendo con otras personas con Parálisis Cerebral y sus familias, fui consciente de que el camino no se podía terminar ahí. De este modo, en el año 2002 di un paso adelante convirtiéndome en presidenta de Fundación ASPACE Zaragoza. Así pasé de perder a un nieto a convertirme en la “abuela” de 80 personas a las que querer y trabajar por ellas. Mi lucha familiar va progresivamente evolucionando hacia la reivindicación de un colectivo que encuentra múltiples obstáculos a la hora de desarrollar una vida plena. La defensa de los derechos de las personas con parálisis cerebral se ha convertido en un empeño vital.

Durante estos años he tratado de contribuir a dar impulso a la modernización de la entidad en aspectos filosóficos y técnicos para ponerla al día en el acompañamiento de las personas con parálisis cerebral y sus familias. He fomentado la creación de recursos como la AD ASPACE Aragón y la nueva residencia, sin duda un reto personal para mí.

Ha apoyado y desarrollado junto al equipo profesional de ASPACE la vinculación con Confederación ASPACE a través de la participación en proyectos tales como Valorando Capacidades (ASPACEcif), Red de Ciudadanía Activa, #ASPACEnet y Talento.

Igualmente he colaborado con otras entidades y las administraciones públicas de mi comunidad autónoma para sacar adelante acuerdos como el del acuerdo marco que rige las plazas concertadas en los centros, así como cualquier otra gestión en la que me han necesitado. Mi mano siempre ha sido para seguir creciendo.

 

Hoy tengo 84 años a punto de cumplir 85. Y no me dejan jubilarme. Sigo acudiendo con mi vehículo a la entidad que se encuentra a las afueras de Zaragoza. Y me sigue moviendo la calidad de vida de los usuarios que no tiene nada que ver con la que tenían hace 30 años. El bienestar social en España ha evolucionado de manera sorprendente y les hace más fácil su vida día a día.

Puedo afirmar que esta es, sin duda, la pasión que más me ha llenado. No hay nada que pueda compararse a ver sonreír a una persona, y demostrar que con los apoyos necesarios puede conseguir ser más autónoma, para que pueda decidir sobre su vida e interactuar con su entorno de manera libre y espontánea. Las personas con parálisis cerebral pueden hacerlo como los demás, solo necesitan nuestro apoyo, trabajo y cariño. Ese es mi compromiso con ellos.