Blanca, protagonista del relato, sonriente.

La historia comienza una noche al recibir una llamada. Mamita estaba delicada y mi hermana quería que viajara con ella. Al llegar y asomarme a la ventana de la casa, vi una imagen tan diferente a la mamá que salía con los brazos abiertos a recibirte. Encontré a una niña pequeña de mirada triste, desubicada. Era el reflejo de aquellos ojos azules picarescos, pero algo no estaba bien en su salud.

Al día siguiente, muy temprano fuimos a la clínica de Girardot, que era la más cerca y, por su altura y clima, más segura para ir. Al llegar, el médico da una alerta por la cual es trasladada de urgencia a Ibagué para brindarle atención especializada. Llegamos directo a UCI, y en ese momento me comprometí a cuidarla el tiempo que fura necesario.

Pasamos por momentos y decisiones difíciles, pero al final decidimos llevarla a casa. No fue fácil por sus condiciones, pero era la única opción. Empezamos junto con su médico de cabecera, gran amigo con quien empezamos a dar calidad de vida y un buen morir. En ese momento pensamos que no pasaría de dos meses; pero resultaron ser 9 años de experiencias, aprendizajes y sentimientos inolvidables,

Lo primero fue un nuevo hogar. Buscamos un ambiente sereno, tranquilo y rodeada de amor. Por su Alzheimer, era tratada como la niña consentida de la casa, y empezar a quemar esas etapas desde la edad adulta hasta la niña consentida; la muñequita y la bebé. En un abrir y cerrar de ojos, me convertí en la mamá de mi mamá. Una circunstancia que nunca se cree posible, hasta que se vive. Es la experiencia más linda que me ha pasado en mi vida; con la que cada mañana al despertar siento un alivio en mi corazón, y una alegría por ser afortunada en esta tarea. Pero, sobre todo, por tener un angelito en las diferentes situaciones de mi vida.

 

COMENZANDO CON NUESTRA MUÑECA:

Nuestro día a día era normal: levantarnos a las 7:30, ir al baño, desayunar y hacer la siesta. A las 9:00 tomar el baño cantando canciones infantiles y contando dichos. Para vestirse, recordar y repasar los colores y prendas que se le iban colocando. Algunos días, no quería ponerse la ropa, por lo que había que hacer trueque; si te dejas te doy un beso. Después de esto, la merienda y sentarse en la sala a leer libro de oraciones y escuchar música hasta la hora del almuerzo. Una vez por semana venía una profesora de música, terapista de lenguaje, física y ocupacional; me debía esconder para que realizara sus ejercicios, cantara, jugara, en fin.

Para navidad hacíamos collares o camándulas con mostacilla, para dar de regalo a mis hermanas. Cuando se levantaba, salían a volar de su regazo todas las pepas que le quedaban en la ropa, sonando por todas partes.

 

CUANDO LA SALUD DECAE:

Pasado un tiempo quedó en cama, la cual fue adaptada como cuna para que no hubiera peligro de caerse. Empezamos con el cambio de pañales, baño en cama, tetero, hablarle suave para no asustarla, explicarle que se le iba a hacer, en fin, cada vez más indefensa y dependiente.

Para tenerle una calidad con el baño en cama se preparaba su shampoo, cremas para cara, cuerpo y su colita, talco para su colita. Únicamente la visitaban mis hermanos, con todo el protocolo de lavado de manos, hablar suave, no preguntarle cosas, horarios de visita y máximo dos personas. Mi sobrino siempre estuvo conmigo en este caminar. Nos ingeniamos una piscina inflable y un lava-cabezas portátil, la dejábamos refrescarse y bañábamos con toda la calma, siempre y cuando se sintiera cómoda y tranquila.

En cuanto a sus comidas se complacían sus gustos, a pesar de las restricciones. Todo a base de papillas con loza, cucharas y vasos especiales, haciéndola sentir única, consentida y especial como fue con nosotros en nuestra época de bebés.

 

EL FINAL DEL CAMINAR:

10 meses antes de su deceso empezamos la etapa de agonía final, celebrando cada despertar, llenándola de amor, calidez y consintiendo a nuestra bebé, de mirada tierna y a su vez apagada; bendiciéndonos en todo momento y dando gracias por tanto cariño. Volver a una clínica dejó de ser una opción. En su última navidad cantó con su maraca especial. Pocos días una madrugada despertó pidiendo chocolate, rezó, en voz alta me dio las gracias y cerró sus ojitos. Fui su punto de referencia durante los 9 años que estuvimos juntas. Dormir y comer juntas, ver la televisión, su baño en cama, celebrar la navidad, cumpleaños, etc. Todo este caminar nos enseñó que no hay nada que el amor no cure y la importancia de la unión entre los hermanos.

 

TODO MI AMOR Y CARIÑO POR SIEMPRE MAMITA TE EXTRAÑO.