“No hay nada más grande que amar y ser correspondido”. No es solo parte de una banda sonora, ya era mi razón de ser desde que emprendí esta aventura.

 

Comencé a trabajar en una residencia, como tantos de nosotros, y comencé también a ser testigo de las peculiaridades de una empresa cuando su material humano es su principal activo. Curiosamente, cuantas más adversidades encontraba en el día a día, más sentido tenía mi vida.

Cada mirada, cada gesto, cada caricia, cada palabra que dedicaba a nuestros seres extraordinarios, se multiplicaba y llegaba a mí con un agradecimiento infinito que me aportaba paz, serenidad y fuerza, mucha fuerza para continuar.

Tanta fuerza fue la que recibí, que me embargo una ilusión incontenible materializada en un humilde proyecto personal.

 

Ahora sí puedo dedicar lo más valioso que tengo, lo más valioso que puedo ofrecer, mi tiempo. Todo mi tiempo es suyo, porque el valor se multiplica en ellos. Cada momento lo reciben como un regalo y siento que es un privilegio compartirlo. 

A su lado no me considero una profesional, sino una aprendiz. No me siento una cuidadora sino una compañera.

No me siendo aventajada sino en desarrollo. No me fatigo, me entusiasmo.

Es poco lo que doy y tanto lo que recibo…

 

Porque “No hay nada más grande que amar y se correspondido”, quiero dar las gracias a todos y cada uno de nuestros SERES EXTRAORDINARIOS.