Hoy como todos los días me he levantado para ir a trabajar, cuando ya estaba subida en mi coche me he dado cuenta de que se me había olvidado las mascarillas, vaya, esta nueva normalidad no acaba de ser tan normal para mi...

Que irónico llamarle normalidad a llevar la cara tapada y tener pánico a tocar los pomos de las puertas o miedo a darle dos besos a la señora maruja, mi vecina, que cada vez que me cruzaba con ella siempre se acercaba a darme su confortador abrazo, como che vai neniña? siempre me decía, a veces era casi fugaz ya que siempre voy con prisas, ahora me arrepiento de no pararme con ella cada segundo, pues ahora solo nos queda sonreírnos con los ojos distanciados, por lo menos ella me saluda, hay quien al verme el uniforme puesto cambia de acera, y yo me pregunto ¿que os pasa? me dedico a cuidar de nuestros mayores...¿me merezco tal desprecio? pero sinceramente...tampoco es que me importe...

Soy una chica muy afortunada, tengo muchos abuelos, si, así es, porque cada una de las personas a las que cuido, las considero de la familia, y me hacen muy feliz al igual que intento cada día con mi sonrisa o con mis ojos sonrientes hacerlos felices a ellos, ya que esta profesión no es en si un trabajo si no más bien, una vocación, una forma de ganarse la vida ¡¡siendo felices!!

O si no, que le pregunten a Teresa, mi querida consentida, lo felices que somos cantando por Pantoja, mientras nos aseamos, nos vestimos, o levantamos, porque sí, limpio culos, y sí señores, he estudiado para a hacerlo...

¡¡Ayyy!! que bonito sería que la gente se quitase de tantos y tantos prejuicios...

Mientras tanto yo seguiré siendo feliz, cuidando, acompañando, ayudando y sobre todo queriendo a mis grandes consentidos, porque no existe mayor satisfacción que ver a mi Manuel acariciándose la cara después de un afeitado, o reírse mientras paseamos y me cuenta sus anécdotas, y así podría seguir hasta el aburrimiento, porque no existen prejuicios, ni pandemias que puedan con mis ganas de quererlos cada día más.

Lo único que espero es poder ayudarlos y poder cruzar este amargo camino sin que nos lleve la amargura a sus casas, ya que para mi es mi mayor preocupación. Se que son muy vulnerables, por eso necesitan toda mi ayuda, ojala pudiese concienciar a todo el mundo de que su vida esta en riesgo, quizás si vieran sus sonrisas, quizás si escucharas sus anécdotas o quizás...¡no se! Todo esto ronda en mi cabeza día tras día, pero una no puede permitirse caer, por ellos, por mí.


Mañana será un nuevo día y sé que todos saldremos de esta, o por lo menos las cuidadoras de ayuda a domicilio estoy segura de que haremos nuestra parte, ojalá mañana me despierte y todo esto haya sido un sueño y que las capas las vuelvan a llevar los héroes y no los sanitarios, pero querido diario te aseguro que si no lo ha sido ya, pronto será un mal recuerdo del que todos saldremos.