Hoy quiero hablar de ti, cuidadora incansable.

A ti mujer, que desde la más tierna infancia soñabas con crecer fuerte y luchar contra los monstruos del universo, te educaron para que te dedicaras a los demás.

A ti mujer, que desde la lozanía soñabas por conseguir los grandes triunfos que la sociedad te brindaba, pero te encaminaron a renunciar a tus fantasías.

A ti mujer, que desde que brotaron tus primeras canas tuviste que esconderte detrás del espejo porque una maldita enfermedad desgarró tus sueños:

  • Tu sueño de triunfar se ha trozado porque una maldita enfermedad ha llegado a tu casa.
  • Tu sueño de una vida social llena de emotivos momentos y divertidas anécdotas, se han truncado porque una maldita enfermedad ha atacado a tu familia.
  • Tu sueño de una vida familiar plena de alegría y cariño se ha desvanecido porque una maldita enfermedad os quiere destruir.

 

Hoy quiero hablar de ti, cuidadora insaciable.

Llena de energía, amor y trabajo, te han condenado a renunciar a ti por imperativo social.

No luches contra ti, no eres tu enemiga.

El mundo debe escuchar los ecos ensordecedores clamando justicia.

 

Hoy quiero hablar de ti, cuidadora inagotable.

Reflexiona, viaja con tu mente a esos paraísos sorprendentes donde te escapas para disfrutar de ti misma.

Ríete de ti, de tus aciertos y de tus fracasos, de tus victorias y de tus derrotas.

No esperes nada, sal a conquistarlo todo.

Vuelve a soñar. Abre la puerta y deja entrar a esa niña que vive en ti. A esa adolescente que nunca dejó de reír y bailar. A esa adulta caminando por el sendero del éxito.

 

Hoy quiero hablar de ti, cuidadora infinita.

Por todo lo que has tenido que renunciar.

Por todas las lágrimas que solo sufres tú.

Por toda tu rabia que canalizas en amor a los demás.

Por todo lo que aún puedes conseguir.

 

Por todo esto y por mucho más, te dedico mi más exquisito reconocimiento y admiración.

A ti… mujer.