Mi nombre es Andrés y desde hace ya casi ocho años me dedico a dar apoyo a personas con tea y discapacidad intelectual gravemente afectados. 

No se trata de un trabajo sencillo, pero tiene muchas recompensas. Una de ellas es que he conseguido eliminar mi discapacidad, que consistía en hacer prejuicios y tener estereotipos.

Mi discapacidad duró la primera semana de trabajo, a partir de ahí dejé de fijarme en sus discapacidades y a verlos como a iguales. Algo tan de perogrullo, como que se merecen ser tratados como personas no lo era tanto para mi.

Consideraba que estaba un peldaño por encima de ellos y solo los veía como enfermos. Por suerte eso cambió y desde entonces considero que todos somos iguales, cada uno con sus capacidades y características personales.

 

Mi relación con ellos va más allá de una relación laboral y creo que nos hemos convertido en personas significativas en ambas direcciones.

De este modo creo que una de mis misiones es apoyarlos en la medida que lo necesiten, por lo cual intentamos (incluyo a todo el equipo) mejorar su calidad de vida.

 

Una de las formas creo que es elaborando y ejecutando planes de apoyo conductual positivo y estrategias de apoyo activo. Esto para mi, está entre lo más importante que podemos hacer para poder modificar el contexto y dotar de nuevas capacidades y habilidades para responder a los estímulos de manera más positiva.

 

Es una ardua tarea pero la recompensa de mejorar su calidad de vida y la de las personas que los rodean no tiene precio.