"¿Cuando me esté muriendo voy a tener dolor?"


Me imagino que no, que te vas muy tranquilo y te irás apagando como una vela cuando se está terminando. Es la experiencia que tengo y lo que he visto siempre desde que estoy en Cudeca. 


"No me importa tener dolor cuando me esté muriendo, pero me molestaría tenerlo porque distraería mi mente y solo deseo que cuando esto pase y me esté muriendo, llevarme en el pensamiento al ser que más amo en la vida."

 

Palabras textuales de un caballero que duró algunos meses en cuidados paliativos y con quien compartía todos los viernes por la tarde en mi ronda por el Hospital. Persona muy culta y de un gran sentido del humor. Solíamos tener largas conversaciones en la terraza del centro y me convertí un poco en su receptora y confidente.  Me contó todas las historias de su vida y de su familia, y siempre que nos despedíamos yo le decía: nos vemos el próximo viernes y el con una gran sonrisa me respondía: "ya sabes, si no estoy aquí es porque ya me fui para..." y sin decir palabra me señalaba el cielo con su dedo pulgar.

 

Me comía la curiosidad y en base en la confianza que ya nos teníamos, un día le pregunté: cuéntame algo, ¿quién es ese ser que te quieres llevar en el pensamiento el día de tu partida? (ya conocía toda su vida familiar y nadie encajaba en ese pensamiento) y soltando una gran carcajada, tal vez, porque veía las ganas que tenía de saberlo, me respondió:  "Eso es lo único que no te voy a contar".  También riéndome mucho le dije: ¡pues, guárdatelo solo para ti!

 

Para mí, una historia de amor que me encanta compartir, pues esta persona se fue dejándome grandes enseñanzas y esto es lo que más feliz me hace de este servicio.  Cuanto nos enseñan todos los seres que se cruzan en nuestro camino sin importar la situación en que se encuentren.