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Hace un año que tuve la suerte de que por fin llegó mi fecha de jubilación. Llegó con ella una dulce e inesperada etapa de mi vida: llegó el gran amor tanto tiempo deseado y que ya no podría imaginarme fuese posible.
Mi hija, en pareja y con un hijo que es una personilla muy importante en mi vida y me llena de alegría.
A la misma vez mis padres cumplen 90 años este año. Hasta agosto han estado bien cuidados en su casa, en un pequeño pueblo de Cuenca, Torralba. Allí han vivido toda su vida y ahí quieren seguir lo que les quede de vida.
En agosto la señora que los cuidaba, bajo la supervisión de mis hermanos y mía, nos dijo que no quería seguir más porque estaba cansada y le suponía un gran esfuerzo. Ante esta situación mis hermanos y yo barajamos las opciones que podía haber, casa tutelada en un pueblo cercano, residencia de mayores, buscar una persona interna…todos vivíamos fuera del pueblo (Cuenca, Madrid, Alicante)
Tras planteárselo a ellos, mi padre con mucho sentimiento nos trasladó su deseo de quedarse en su casa.
Yo le estuve dando muchas vueltas y al final y después de hablarlo con mi hija y mi recién reencontrado amor, tomé la decisión de hacerme yo cargo de los cuidados de mis padres y trasladarme de mi domicilio en Alicante, a vivir en el pueblo en su casa.
Para mí ha supuesto un cambio radical de dejar mi casa, mis amistades, mi vida en una ciudad y volver a la vida en un pueblo de menos de 100 habitantes.
No me arrepiento de nada, tengo el apoyo de mi pareja, de mi hija y de mis hermanos. Mi vida se centra en el bienestar emocional y físico de mis padres y al igual que ellos me cuidaron en mi niñez y me apoyaron en mi juventud con mi temprana maternidad soltera hasta que pudiera tener un trabajo estable y sacar adelante a mi hija así siento yo mis ganas de apoyarlos en una vejez lo más feliz posible.
Les cuido de lunes a viernes y los fines de semana se hacen cargo mis hermanos.
Aún no ha llegado el invierno que es especialmente duro en pueblos tan pequeños y sin ningún tipo de actividades para las personas mayores que son sus principales habitantes; intentaré que estén lo más activos posible.
Mi madre tiene una demencia tipo Alzheimer y mi padre sufrió un ictus que le hace no tener una buena movilidad y le cuesta expresarse.
Tengo suerte de que estén los dos y verlos y escucharlos me llena de ternura que compensa los momentos difíciles que también hay en el día a día.