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Me gusta poder decir que soy una profesional de la atención sociosanitaria a personas dependientes en su domicilio. Trato siempre de seguir aprendiendo y me siento agradecida por tener el privilegio de cuidar de mí misma y de los demás y de hacer lo mejor posible las tareas en las que me desempeño.

Me he encontrado durante este tiempo con diversas patologías, enfermedades, niveles de discapacidad, grandes dependientes, etcétera. Ya sean personas mayores con movilidad reducida, pacientes de ELA, síndrome de Hopkins o trastorno bipolar, tengo que intentar ponerme en sus zapatos para poder darme cuenta de lo que sienten en la presente etapa de sus vidas. Siempre he considerado básico mantener una buena comunicación con mi entorno y creo que tengo buenas dotes para ello. Sin embargo, este trabajo me pone a prueba continuamente. Más que difícil, diría que la comunicación es diferente.

En esta sociedad, basada en cánones de belleza y apariencias, son personas diferentes las que nos recuerdan que los seres humanos somos únicos e irrepetibles. Un evento muy reciente como los Juegos Paraolímpicos celebrados en París son un claro ejemplo. En ellos hemos podido ver competir a personas con enfermedades genéticas, degenerativas, con amputaciones debidas a accidentes y procesos oncológicos. Seguro que muchos de ellos han sufrido esa sensación de rechazo social además de afrontar depresiones y otros trastornos mentales debidos a estas experiencias traumáticas. Nada de esto les ha impedido destacar en deportes tan exigentes como la natación, el atletismo o el baloncesto hasta el punto de convertirse en campeones admirados por miles de personas y en un ejemplo de superación para todos. Pueden parecer tópicos, pero yo intento tenerlos siempre presentes en mi día a día. Son cosas como estas las que me animan a mantener la ilusión por mi trabajo.

Por supuesto, a veces se producen situaciones desagradables y algunas de ellas pueden llegar a influirme negativamente a nivel emocional. En particular, las que me afectan en mayor medida son las agresiones verbales. En estos momentos, entra en juego la formación que se me ha dado y no puedo más que sentir reconocimiento a los profesionales que la imparten. Ellos me enseñan como poner en marcha estrategias que se adapten a las necesidades especiales de comunicación del usuario, ya sea a nivel mental o físico, empleando actividades de la vida cotidiana y manteniendo siempre el control de la situación. Me enseñan la importancia de prestar atención a los detalles para generar en estas personas una confianza sólida. Solo a partir de este vínculo, es posible fomentar en ellos un proceso de aprendizaje óptimo que permita la creación de buenos hábitos en aspectos domésticos como la toma de la medicación, la alimentación o la higiene y el aseo personal. También es importante, siempre que sea posible, incentivar que no se aíslen, que salgan de su entorno y se enfrenten al mundo a la vez que desarrollan una actividad física saludable o participan en actividades sociales y culturales.

Supone un esfuerzo importante generar la motivación necesaria para que se inicien dichos procesos, pero lo más difícil es conseguir que se mantengan en el tiempo. Hay que creer en uno mismo y alimentar una actitud de optimismo perpetuo que incremente el alcance de nuestras energías. Cuando consigues interiorizar todo esto de verdad, conlleva un crecimiento personal que te permite llegar a limites que antes parecían inalcanzables y afrontar las adversidades y vicisitudes que se presentan. Es muy gratificante cuando las superas y estas personas, a las que ayudo, llegan a darse cuenta de las ventajas que supone para ellas mantener objetivos en sus vidas ya que es entonces cuando se producen los deseados progresos y avances. Sin duda, esta es la mejor parte de mi trabajo.

Aprendo que no importa la edad, sexo, color de la piel, de que sitio venimos, como somos, no estamos libres de nada. Muchos de ellos llevan vidas difíciles, padecen, sufren, pero también se ilusionan y luchan de igual forma que cualquier otro ser humano. Me quedo con esto. Con su valentía, esfuerzo, humildad. Que como siempre les digo, gracias por demostrar y dar lo mejor de sí, son mis campeones.