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Somos una pareja de Madrid, mi esposa está afectada de ataxia y actualmente es gran dependiente. Llevamos 22 años de casados y, desde que fue diagnosticada, decidimos luchar juntos y no rendirnos nunca.

La evolución fue rápida, por lo que ella ahora necesita de todos sus cuidados personales, y decidí dejar mi trabajo para cuidar de ella las 24 horas, no por obligación sino por cariño y el inmenso amor que le tengo. Ha sido una transición dura al principio porque yo he trabajado desde los trece años, pero pensé que cuidar de ella es un trabajo más gratificante, porque los resultados son maravillosos: ver que es feliz y está tranquila. Todo esto también es gracias a nuestros médicos, que nos han apoyado y, sobre todo, nos han dado muestras de cariño y fuerzas para hacerlo mejor.

Hace ya varios años, tuvo una recaída muy fuerte. Yo me creía fuerte antes de ello, pero ella luchó con todas sus fuerzas y se recuperó. En ese momento supe qué cosas son importantes en la vida, y mi mente cambió porque agradecí infinitamente que ella estuviera a mi lado. Despertar y que lo primero que viera al abrir mis ojos fuera ella era mi recompensa a todo lo que estaba haciendo. Ahora despertamos, pongo su música y la ducho. Después enciendo la televisión y, mientras preparo su comida, le digo cosas y hago bromas. Actualmente, ella no puede comunicarse verbalmente, pero con los ojos me expresa su alegría.

No me considero especial por cuidar de ella, me considero especial porque ella me eligió para ser su esposo y es una sensación muy bonita. Mi hobbie es repasar todos esos viajes que hicimos cuando ella estaba bien, todos esos buenos momentos que me llevaré hasta el día que me vaya de este mundo. Me he convertido en su protector y ella en mi razón de vida y ser. No puedo explicar lo feliz que me hace verla sin que se me escape una lágrima de felicidad. Ambos tenemos 50 años, no tuvimos hijos, ella estudió Derecho y yo Periodismo. Ella es granadina y yo mexicano, y nos conocimos en el año 2000.

 

Actualmente, vivimos en un pueblo de Madrid, en un piso que he ido acondicionando al detalle para ella. He ido aprendiendo de todo un poco para hacer todo lo que ella necesita. Cuando ella podía viajar con su silla de ruedas, a pesar de las complicaciones de los aseos especiales, la llevé a muchos lugares. No me derrotaba nada y yo me sentía muy feliz de viajar con ella, aunque hubiera situaciones en las que los lugares no estuvieran adaptados para ella; ya me encargaba yo de buscar soluciones.

Ella siempre tuvo un temor muy grande. Muchas veces volvía del trabajo y me la encontraba llorando, pero no me decía el motivo, hasta que una vez me dijo que sentía mucho temor de que yo un día decidiera marcharme de su lado y me dijo que ella lo entendería. Mi respuesta fue abrazarla y decirle que era el amor de mi vida y que yo iba a estar a su lado siempre. Yo soy un hombre con mucha suerte, tengo la fortuna de tener a la mujer más bonita y, encima, que me haya elegido para ser su pareja. Es la persona más buena que he conocido y, sobre todo, soy muy afortunado porque ella me ha amado tanto y siempre me he sentido muy orgulloso.

¿Es difícil ser cuidador para mí? No, para mí ser su cuidador es una bendición. Esto es un poco de nuestra historia.