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CANDIDA FERNANDEZ PERALTA, mi madre.
Hoy con 84 años afirma: “he tenido una vida de cuidados”.
Cuando tenía 14 años, falleció su padre, ella la mayor de 6 hermanos, ya empezó a cuidar, como HIJA y HERMANA.
Con 18 años, se casó, con 19 vino su primer hijo y luego dos más. Empezaban los cuidados, como MADRE.
Mi padre marino, navegaba, mucho tiempo fuera, prácticamente nos crio ella.
Naturalmente, nos fuimos yendo de casa. Cuando ella tenía 49 años, mi padre enfermó del riñón y entró en diálisis, vuelta a los cuidados, ahora como ESPOSA. Él sin posibilidad de recuperación, enfermedad cruel, pero ella puso amor, esfuerzo y esa sonrisa: “su sello de identidad”, durante 16 años, hasta su fallecimiento. Al mismo tiempo, su madre, con demencia senil, necesitaba cuidados, los últimos meses de vida de su madre y su marido se solaparon. Cuidaba de mi padre en casa y todas las mañanas temprano, ayudaba a su hermana al aseo de su madre. Visitas al médico, farmacia, recetas, pañales, etc. Ella quería cuidar a su madre y ¡vaya si lo hizo!.
En un hospital su madre falleció el 27 de Diciembre de 2004 y su marido en otro, el día 2 de Enero de 2005, en solo 5 días. Mi madre tenía 65 años.
Después, estuvo en cama por un bloqueo muscular, no podía moverse del dolor, probablemente por el gran estrés físico y emocional que había pasado...
Pasados unos meses, fue remontando, con voluntad y esfuerzo. Hasta que recuperó su alegría y su sonrisa.
En Diciembre de 2009, su hijo mayor, 51 años, sufrió un derrame cerebral y un ictus, fue un duro golpe para ella, de hecho la superó un tiempo…
Tras un coma de 1 mes, fue despertando. Las opciones eran que falleciera, que no despertara, o despertara con graves secuelas y así pasó, quedó dependiente total. Tras el shock inicial, ella fue aceptando, y empezó a cuidarle con todo su amor. Atravesaba a diario Valencia (él vivía allí) en metro, con su mochila a la espalda al hospital, para acompañarle, darle la comida, cuidarle cada día y por la noche, vuelta en metro a casa, porque él estaba consciente y había que hacerle todo, no podíamos dejarlo solo.
Así durante 9 meses, y luego al hospital de Carcaixent durante 2 años, y allí se iba ella desde Cartagena.
En Diciembre de 2012, lo trajimos al domicilio familiar, en Cartagena. Ella asumió los cuidados con ayuda, para el aseo diario, comprar, cocinar, ponerle medicación, etc. Cuidados muy exigentes, hasta había que moverlo con grúa entre dos personas.
Desde entonces hasta ahora, no se ha separado de su hijo, digamos que dejó su vida por estar con él.
En Febrero de 2024, la situación era insostenible, para ella y para todos, y tuvimos que llevar a mi hermano a una residencia, no podíamos llevar el ritmo de cuidados desde 2009…
Mi madre desde la pandemia, dio un bajón en su salud. Pero volvió a recuperarse y aunque más limitada, se fue con su hijo a la residencia y allí ha estado con él en una habitación juntos, su casa decía…
Aunque sus fuerzas no son las mismas, alegraba la vida a mi hermano, le llenaba de besos, lo último cada noche, era lavarle los dientes, aunque le costara estar de pie por sus piernas débiles, pero mientras pudiera lo haría. Tristemente, el pasado 20 de Junio por la mañana, mi hermano falleció, tras una noche de fiebre en la que ella estuvo a su lado cogiéndole la mano, con paños en la frente, acompañándolo…
En su despedida una corona de flores: “Tu madre, contigo hasta el final”. Hoy sabe con certeza su misión en la vida: CUIDAR A LOS DEMÁS.
Desde la inmensa tristeza de haber enterrado a su hijo, cada día se alegra de haber podido mejorar la vida de los seres queridos que la han necesitado. Agradecida por tener en su fe el más firme apoyo, cada día de su vida.
Esta es la candidatura de una persona inmensa, que ha invertido su vida en cuidar a los demás, para nosotros un regalo.