Los hábitos alimenticios cambian constantemente. Cada continente, cada país y cada región tienen sus platos típicos y una rutina de vida. No sólo influye qué comemos sino cómo lo hacemos. ¿Quién no ha oído hablar de la dieta mediterránea? ¿Y a quién no le han dicho que en España estamos perdiendo las buenas costumbres culinarias?

Desde el año 1981, el 16 de octubre celebramos el Día Mundial de la Alimentación. Una fecha elegida por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) para reivindicar un derecho esencial para la vida. Hay muchos factores que influyen en la alimentación. Los ingresos de las familias y el coste de los alimentos así como las tradiciones culturales son elementos clave para comprender los hábitos de alimentación. Y no son los únicos. 

Pongamos ejemplos de lo explicado anteriormente. Si la capacidad adquisitiva de una familia es alta, las posibilidades de acceder a una alimentación más completa y equilibrada serán mayores. Pero, por suerte, no sólo se reduce a eso. También se puede comer bien y de manera económica. Otras veces, hay alimentos que no son accesibles por la escasa oferta que hay de ellos. Incluso la religión de cada cual juega un papel fundamental en la dieta. Es aquí donde las administraciones públicas deben crear un entorno saludable además de fomentar las buenas costumbres alimentarias en la sociedad. Mantener una dieta sana y equilibrada contribuirá a la mejora de nuestro bienestar y, a largo plazo, evitará enfermedades relacionadas con los malos hábitos de vida. 

Las estimaciones más recientes indican que unos 795 millones de personas de todo el mundo, lo que equivale a algo más de una de cada nueve, estaban subalimentadas en 2014-16

No sólo es comer bien y comer mal

A este lado del planeta vemos las cosas así. Pese a la crisis que ha azotado al primer mundo en los últimos años y a sabiendas de que en nuestro país hay mucha gente en riesgo de exclusión social (29,2 % de la población, según diversos organismos), el debate sigue estando entre comer bien y comer mal. Hay otros lugares del mundo en donde el problema reside en que no tienen qué llevarse a la boca. Según un informe de la FAO, "las estimaciones más recientes indican que unos 795 millones de personas de todo el mundo, lo que equivale a algo más de una de cada nueve, estaban subalimentadas en 2014-16". 

Las buenas noticias llegan cuando vemos datos del no tan lejano siglo pasado. Según el mismo documento, "la proporción de personas subalimentadas respecto de la población, conocida también como prevalencia de la subalimentación, se ha reducido desde el 18,6 % en 1990-92 hasta el 10,9 % en 2014-16, lo que significa que ha disminuido el número de personas subalimentadas en un contexto de población mundial creciente". 

¿Cómo comemos en España?

Otro informe del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medioambiente, el gasto realizado en alimentos ascendió a 66.443 millones de euros, registrándose una disminución del 3,5% respecto a la cifra del año 2013. Estos datos son el resultado del descenso en el consumo (-2,3%), junto con el menor precio medio de los alimentos (-1,2%). Como el propio documento explica, una parte muy importante de nuestra alimentación se sustenta en productos frescos, representando un 42,2% del volumen total consumido.

Algunos consejos de la OMS

La importancia de llevar una dieta equilibrada previene enfermedades y diferentes afecciones. Este año, la FAO ha elegido como tema para el Día Mundial de la Alimentación la protección social con el lema Protección social y agricultura para romper el ciclo de la pobreza rural, a fin de destacar su importancia para reducir la pobreza rural y garantizar el acceso a los alimentos, o a los medios para comprarlos. Lo cierto es que también hay inconvenientes en la vida urbana. Disponemos de menos tiempo para nosotros. Para salir, para disfrutar, para relajarse e, incluso, para comer. Las prisas no son buenas compañeras y a veces nos conformamos con poco. Por ejemplo, con alimentos procesados, hipercalóricos o ricos en grasas saturadas.  Debemos evitar los azúcares libres y la sal o el sodio. Hay que tener tiempo para nosotros y para cuidar nuestra dieta. Aquí van algunos consejos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre alimentación:

Adultos

  • Frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales integrales; al menos 400 g de frutas y hortalizas al día.

  • Limitar el consumo de azúcares libres a menos del 10% de la ingesta calórica total

  • Limitar el consumo de grasas al 30% de la ingesta calórica diaria

  • Limitar el consumo de sal a menos de 5 gramos al día  y consumir sal yodada

Lactantes y niños pequeños

En los dos primeros años de la vida de un niño, una nutrición óptima impulsa un crecimiento sano y mejora el desarrollo cognitivo. Además, reduce el riesgo de sobrepeso y obesidad y de desarrollar enfermedades no transmisibles más adelante. Los consejos para una alimentación saludable durante la lactancia y la niñez son los mismos que en el caso de los adultos, si bien los consejos que figuran a continuación también son importantes. Debe alimentarse a los lactantes exclusivamente con leche materna durante los primeros seis meses de vida. De hecho, la lactancia materna debe continuar al menos hasta los dos años.