Afrontémoslo: cuidar es duro. El cuidador se desgasta emocional y físicamente, y eso puede generar rechazo hacia el dependiente. Por tanto es vital que sea consciente de que debe protegerse.
El estrés, la fatiga y el agotamiento se producen como consecuencia de la lucha diaria para cuidar al dependiente, porque a menudo esta tarea genera la sensación de ausencia de control. Todo ello puede desembocar en el llamado “síndrome del cuidador quemado, o burn-out”.
También llamado síndrome del cuidador cansado, afección se caracteriza por un profundo desgaste emocional y físico de la persona que cuida al dependiente. Si cuidador y dependiente conviven, este desgaste es aún mayor.
Si el cuidador reprime con mucha frecuencia sus sentimientos y emociones, aumenta la presión que soporta. Esto puede desembocar en actitudes y sentimientos negativos hacia la persona dependiente, además de desmotivación, depresión, angustia, agobio, irritabilidad e incluso violencia. La situación puede sumarse a problemas de otra índole como laboral, económica o legal.
Cuidar al cuidador
Para mejorar la calidad de vida de quienes cuidan sería conveniente
1. Aceptar que el agotamiento puede hacer mella en los cuidados y por tanto generar situaciones violentas. Por eso es recomendable pedir ayuda (a familiares, amigos, profesionales o Grupos de Ayuda Mutua -GAM-). Hay que asumir que uno ha llegado al límite de sus fuerzas si esta situación se produce, sin miedo y sin sentimiento de culpa.
2. El sacrificio total no tiene sentido. Por eso, el cuidador nunca debe olvidarse de sí mismo. Tiene que preocuparse por su alimentación y procurar realizar ejercicio físico, ya que así se eliminarán las toxinas del cuerpo y se despejará la mente.
3. Tomarse descansos diarios es muy positivo. Por ejemplo, es bueno reservarse una hora diaria para asuntos propios y un descanso semanal fuera del contacto directo con el dependiente. Hacer planes con amigos y familiares debe ser una prioridad.
4. Debemos aprender a poner límite a las demandas que sean excesivas por parte de la persona a la que se cuida. Hay que saber decir no, sin sentirse culpable por ello. Al igual que es importante manifestar las propias frustraciones, los temores y los resentimientos como vía de escape emocional.
5. Otro punto importante es marcarse objetivos a corto plazo que sean factibles a la hora de cuidar. Para eso, hay que planificar las actividades semanales y diarias, estableciendo qué es lo más importante. Una mejor gestión del tiempo proporcionará mayor sensación de control sobre la situación.
6. Y por último, tanto en beneficio del cuidador como del cuidado, es aconsejable fomentar la autonomía del dependiente. Hay que fomentar que realice todas aquellas actividades que pueda por sí mismo, aunque lo haga lento o mal.
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