- Escrito por Marta Ardizone
Vivir con el síndrome de piernas inquietas
¿Te imaginas despertarte en medio de la noche con el impulso irrefrenable de mover las piernas? ¿O comenzar a notar dolor y molestias que solo se alivian al comenzar a caminar? Así es como vive alguien que sufre el síndrome de las piernas inquietas.
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Las personas que sufren esta enfermedad sienten dolor que suelen describen como descargas eléctricas interiores que no pueden controlar o quemazón y solo sienten alivio al andar.
Estas sensaciones varían de intensidad, por lo que hay personas que lo describen como irritante, pero llevadero y otras como episodios dolorosos o muy dolorosos.
Un 10% de la población española sufre el síndrome
Además, es frecuente que se manifieste de forma más intensa durante la noche, por lo que afecta al sueño, llegando a provocar insomnio.
Muchas personas con el síndrome aseguran que su vida laboral y personal se ve dañada, pues las actividades diarias están afectadas como resultado del cansancio.
Los expertos aseguran que la calidad del sueño se puede ver perjudicada notablemente, por el incremento del número de veces que se despiertan durante la noche por la necesidad de moverse.
La enfermedad afecta a más mujeres que a hombres
Por eso, es frecuente que este colectivo presente problemas de concentración, lo que repercute en su vida laboral y personal.
Las personas que sufren el síndrome aseguran que no pueden permanecer quietos delante de un ordenador y muchas veces son incapaces de ir al cine, al teatro o viajar en avión, por miedo a que les dé un brote.
Es un trastorno neurológico del movimiento, pero no se sabe qué causa el síndrome. Pero, se barajan algunas teorías, como el carácter genético, la anemia, un bajo nivel de hierro en sangre e incluso se ha llegado a asociar con enfermedades crónicas como la diabetes, la insuficiencia renal o la artritis reumatoide.
Sin embargo, hay expertos que sin negar los síntomas aseguran que es una enfermedad creada por las industrias farmacéuticas.
Tratamiento
El síndrome no tienen cura, pero el tratamiento con fármacos dopaminérgicos (pramipexol y ropirinol) y ciertos cambios en el estilo de vida pueden ayudar a aliviar los síntomas.
Por ello, los expertos recomiendan:
- Eliminar la cafeína, el alcohol y el tabaco, ya que su consumo podría incrementar los síntomas.
- Evitar las comidas muy abundantes, ricas en grasas y azúcares. Lo mejor es incluir una dieta variada y equilibrada.
- Practicar ejercicio.
- Tomar suplementos de hierro, para evitar las anemias ferropénicas, ya que podría influir.
- Procurar descansar suficiente. Se aconseja irse a la cama y despertarse a la misma hora todos los días.
- Realizar estiramientos, masajes y baños calientes para relajar los músculos.
- Probar técnicas de relajación como el yoga o la meditación.
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