Cuidador: no te calles
Las dudas, el cansancio, los temores... son habituales en el cuidador. Comunicar sus frustraciones, compartirlas con otros, es importante para su salud mental y para la del dependiente.
Beatriz González Segura, psicóloga y gerente de Psibensa, trabaja con familias en las que hay dependientes. Ha detectado la importancia de la comunicación en estos contextos para solucionar problemas y mejorar la calidad de vida de la unidad familiar.
Habla y déjate ayudar
“Es fundamental comunicar nuestros sentimientos, nuestras frustraciones, a otros. Ese apoyo social nos va a relajar, a quitar el estrés de la tarea de cuidador. Es fundamental evitar el aislamiento”.
Si nos encerráramos en casa, “entraríamos en una rutina y empezarían a producirse miedos, sentimientos de culpa, la sensación de estar solo…”.
“En cambio, hablando con otras personas que estén en la misma situación o parecida, o que no lo estén pero que puedan darnos también apoyo, nos sentimos acompañados y esa tarea se nos hace menos pesada. Sigue siendo ardua, es muy dura, pero se hace más llevadera”.
“El apoyo social, el contar con gente que te anime, que te escuche, que te dé ánimo y te diga `tú puedes, yo te ayudo´, es fundamental en una tarea de cuidador. Y hay que dejarse ayudar, no querer realizar todos los cuidados solo”.
También es recomendable “salir y despejarse”.
“Nosotros podremos ayudar a otros en la medida en que estemos felices y nos sintamos bien con nosotros mismos. Así evitamos la desidia y la apatía en las tareas de cuidados, o una mala contestación derivada del estrés”.
“Necesitamos descanso cuando estamos desempeñando siempre la misma tarea, mantener nuestra estabilidad emocional, nuestra salud mental. Se trata de una tarea muy dura y necesitamos pequeños descansitos y hablar con gente. Eso no significa que dejemos a la persona (cuidada) de lado, ni que nos estemos cansando de ella, sino que necesitamos nuestro pequeño espacio para recuperar fuerzas y dar una atención lo mejor posible”.
Esta actitud “la van a notar los familiares cuidados. Porque vamos a hacer nuestras tareas con más energía, más alegría, y eso es positivo para el dependiente”.
Sin miedo al psicólogo
Cuando la situación desborda al cuidador, un psicólogo puede ayudar. “En cuanto te empiezas a sentir mal, es porque algo no funciona. Tenemos que evaluar si esta situación la podemos solventar por nosotros mismos. Y si pasa un tiempo y estamos como perdidos, en un laberinto, si nos sentimos abrumados y no tenemos clara la dirección que tenemos que tomar… es bueno acudir a terapia”.
Hay que desechar prejuicios en este sentido. Acudir a un psicólogo “no quiere decir que nosotros tengamos el problema, que tengamos un trastorno, sino que necesitamos aprender nuevas estrategias, nuevos recursos, para afrontar la situación. Esto supone aprender cosas nuevas y desaprender las antiguas porque no te están sirviendo, no son adaptativas”.
La psicóloga añade: “se trata de adquirir nuevos recursos. Los psicólogos estamos para eso: para tratar trastornos, pero también para ayudar a las personas a que aprendan cosas nuevas que les vengan mejor”.
Ante situaciones vitales críticas o nuevas “hay que redefinirse y la psicología está para ayudar a elaborar esa nueva definición de nosotros mismos”.
Esto es importante porque entre quienes cuidan se producen muchos síntomas depresivos y de ansiedad. “Ese área está muy poco investigada. Hay otros trastornos que están más estudiados. Pero el de cuidador es un concepto relativamente nuevo, y hay poca investigación al respecto”.
“Pero hay una alta proporción entre persona cuidadora y síntomas de ansiedad, porque es mucha carga, se necesita mucha información, queremos hacerlo lo mejor posible, nos vemos incapacitados, tenemos recursos limitados… Así surge el estrés… y se forma una nube. Y la depresión”.
La de cuidar “es una tarea muy constante, muy dura”. El cuidador puede aislarse “sin darse cuenta porque está inmerso en su tarea y deja de lado actividades que le gustaban. Como su mente no tiene vías de escape, van apareciendo los síntomas de depresión”.
Y precisamente ese aislamiento hay que combatirlo con todas las herramientas en nuestra mano: familia, amigos, vecinos, profesionales de la salud, psicólogos...
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