La familia unida cuida mejor
Negación, miedo, culpa, hostilidad... pueden ser algunas de las reacciones frente a la Dependencia de un familiar. Compartir los sentimientos es lo más eficaz para afrontar la situación con éxito.
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Todos y cada uno de los familiares del enfermo, independientemente de si conviven en el mismo hogar o no, se sienten, de una manera u otra, implicados en la situación de Dependencia que generan este tipo de enfermedades.
No hay que preocuparse si se notan estas reacciones negativas, ni hay que responder con la misma moneda. Estas respuestas suelen atender a estados de shock transitorios que se resuelven con mayor rapidez por medio de la comunicación.
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Hay que hablarlo todo
Hay que hablar las cosas, afrontarlas entre todos los miembros adultos de la familia con responsabilidad, honestidad y serenidad. Sobre todo nunca faltando a la verdad. Conviene que la transparencia se erija en punto clave entre vosotros, pues al fin y al cabo no hay nada que ocultar.
Estas réplicas maduras repercutirán de manera muy positiva en las actitudes de los demás miembros de la familia. En primer lugar en el enfermo. Si se respeta su rol, el que hasta entonces había desempeñado en la familia, mejorará su predisposición a compartir sentimientos con vosotros.
En segundo lugar, los hijos, niños o adolescentes, deben saber lo que está ocurriendo. Si los padres afrontan la situación de una manera positiva, los niños también lo harán.
El cuidador principal dedica más horas que los demás a los cuidados, y es al que más factura le pasa la dependencia del enfermo, hasta el punto de correr el riesgo de desarrollar problemas psicológicos.
¿Por qué no se lo agradecéis más a menudo? Acordarse del cuidador y hacer que sienta su trabajo valorado (comprándole un detalle en una visita, por ejemplo) es algo que ayudará más de lo que se pueda creer.
El enfermo es lo que respira a su alrededor. Así, si todo son malos modos y quejas por su dependencia, su respuesta, con toda probabilidad, será del mismo modo negativa.
Es fundamental combatir las posibles consecuencias de segregación (familiar y comunitaria) que pueda acarrear la dependencia de uno de los miembros de la familia.
Sentimientos que hay que controlar
1. La compasión puede degenerar en sobreprotección familiar hacia el enfermo. Es aconsejable dejar que todos los miembros de la familia participen de los cuidados y atenciones de los cuidados y atenciones. No hay que sentirse imprescindible. Según los expertos, es bueno saber delegar, incluso en los niños en la medida de lo posible.
2. La culpa. Este sentimiento afecta tanto al cuidador como a la persona dependiente. Muchas veces, al ser nuestros propios jueces, somos implacables con nosotros mismos. El apoyo en los demás es fundamental. Expresar los sentimientos puede ayudar a todos.
3. El miedo. Es el más común de todos y su efecto paralizante puede llevar a disgregar por completo la unidad familiar. El miedo surge al enfrentarte a una realidad que no conoces y frente a la que sientes que no sabrás actuar. No te preocupes. De nuevo habla, expresa y comparte tus sentimientos. Si no los expresas, nadie te podrá ayudar. Compartir los miedos es una de las acciones más inteligentes y racionales que se pueden hacer.
4. Estigma. El fallecimiento del enfermo puede ser causa de autoculpabilidad para las personas que estaban a cargo de su cuidado. Hay que tomar conciencia de que un cuidador no es el causante, ni mucho menos, de todo lo que pueda salir mal. Es necesario tomar conciencia de que hay consecuencias que escapan a nuestro control, incluso al de los médicos. Nadie tiene la culpa. No te culpes, no busques las causas en ti, porque es lo más injusto que puedes hacerte a ti mismo y a las personas que te rodean y te quieren.
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