- Escrito por RELATO CUIDADOR FAMILIAR: SUSANA PÉREZ MARIÑO
Por carreteras secundarias
Susana Pérez nos relata su experiencia vital cuidando de sus padres. Las carreteras secundarias que ha tenido que tomar a lo largo de su vida forman parte de esta emotiva historia:
Cuando te planteas tu vida, te gustaría que fuese como una autopista, fácil y sin demasiadas complicaciones.
Pero… más a menudo de lo que quisiéramos nos lleva por carreteras secundarias, llenas de baches, curvas peligrosas, tráfico intenso, obras, en esa ruta te acompaña tu familia; aunque es un viaje que debemos hacer solos; te cruzas con otros que facilitan tu camino, lo entorpecen, o incluso te provocan accidentes dejándote huellas que permanecen durante toda tu vida.
Durante ese camino, en el que ves las señales a las que no sueles hacer caso, hasta que es muy tarde, te topas con desvíos
Durante ese camino, en el que ves las señales a las que no sueles hacer caso, hasta que es muy tarde, te topas con desvíos; sin un plano que seguir debes decidir por donde tomas, muchas veces, tu decisión te conduce a una calle sin salida y en otras te encuentras con una vía ancha, confortable, fácil de llevar, siempre encontrándote con otras personas en tu misma situación, improvisando mientras viven.
De vez en cuando, paras en un claro a tomar un respiro, disfrutar del momento y descansar un poco del camino ya recorrido. Otras veces la niebla invade la carretera impidiéndote ver más allá de tus narices, dificultándote el continuar, haciendo que te invada el desasosiego, la angustia y es tan espesa que piensas que nunca saldrás de ella, que no vas a poder soportar esa densa niebla que te invade oprimiéndote hasta casi ahogarte; puede que tarde, pero siempre acaba disolviéndose, para de nuevo ver el camino.
Tendrás que ralentizar tu marcha por causa de enfermedades, que necesitarán reparaciones intensas, eso también forma parte de la experiencia en la ruta.
En el transcurso del viaje se pueden sumar amores, puede que solo te acompañen durante una distancia corta, media o todo el camino...
En el transcurso del viaje se pueden sumar amores, puede que solo te acompañen durante una distancia corta, media o todo el camino, ellos pueden hacer tu viaje feliz, aburrido o transformarlo en una experiencia horrible, de donde saldrás con el corazón roto, compartiréis risas, lágrimas, dolores, abrazos, besos, pérdidas, alegrías. También se unirán a esa aventura amigos, esos que son la familia que se escoge, con los que compartir secretos, confidencias, en los que apoyarse, discutir y seguir siendo amigos la mayoría de las veces, estarán en los tramos duros del recorrido ofreciéndote un abrazo o un hombro en el que apoyarte.
Dicen que lo bueno de las carreteras secundarias es que puedes disfrutar del paisaje, pero no siempre te das cuenta de hacerlo mientras sigues el recorrido de la vida, estás tan ocupado viviendo que en ocasiones no te paras a disfrutar de ello profundamente, ocupado divirtiéndote, ocupado amando, ocupado odiando, ocupado compadeciéndote, ocupado… demasiado ocupado.
Cuando te das cuenta, en el transcurso de ese viaje, has dejado atrás personas a las que te ha quedado tanto por decirles… pero se te hizo tarde y ese desvío quedó lejos, te lo pasaste sin enterarte. Ves hacia delante y te das cuenta de que ya te queda poco, que se acerca el final de tu aventura, que te has desplazado por carreteras secundarias y harías un montón de rutas de manera diferente, hoy habrías tomado otros desvíos, o habrías ido a menos velocidad, incluso no habrías dejado que ciertas personas viajasen contigo.
En mi ruta por la carretera secundaria tuve que tomar un desvío, causado por la necesidad de mis padres de cuidado, formaron parte de ese camino un ictus de mi padre y el horrible alzhéimer de mi madre, fuimos tres durante un periplo que duró casi siete años y medio, tras los cuales, mi padre nos abandonó; ya había llegado al fin de su viaje.
Reemprendimos la marcha mi madre, su alzhéimer y yo
El camino con el alzhéimer es como la carretera más sinuosa que existe, llena de curvas cerradas, con peligrosos acantilados a ambos lados, en la que tienes que luchar por no salirte, llevar la dirección correcta, no despistarte de los desvíos, y sobre todo no perderte ninguna de las señales que aparecen durante segundos, es una peregrinación, llena de retrocesos, siempre cuesta arriba, con las más duras pendientes.
Si hay una ruta llena de impotencia, frustración, de preguntas sin respuesta, de agotamiento físico y mental, donde te quiebras, donde abandonar ni siquiera es una opción, donde te conviertes en clarividente y te transformas en alguien con dotes adivinatorias, en la que debes empatizar con el enfermo para saber que sucede en cada momento, esa es la del cuidador de un dependiente.
Y cuando esa travesía llega a su fin estás tan quebrado, te has vaciado tanto de ti mismo y volcado de tal manera… que muchos ni siquiera saben volver a vivir, volver a ser uno solo, tener tiempo, espacio, no saben qué hacer con su vida. Son demasiados los que deciden terminar de golpe con su viaje.
Es muy duro transitar por las carreteras secundarias del alzhéimer.