- Escrito por Marta Ardizone
La depresión geriátrica
La depresión se caracteriza por la tristeza, la apatía, el cansancio exagerado y la disminución de la vitalidad, pero existen claves para disminuir sus efectos y prevenir su aparición. No te pierdas la Masterclass "Cómo vivir con depresión y ansiedad".
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que para el año 2020 la depresión será, tras la patología cardiovascular, la segunda causa de incapacidad y muerteprematura en los países industrializados. Este dato refleja la importancia de conocer esta enfermedad para identificar los síntomas y tomar medidas inmediatas.
La depresión es un trastorno del estado de ánimo, caracterizado por tristeza patológica, pérdida de interés y capacidad para disfrutar de actividades placenteras. También disminuye la vitalidad y el nivel de actividad habitual, y provoca un cansancio exagerado.
Si no se trata de forma inmediata y adecuada puede disparar el deterior físico, cognitivo y social. Puede además dilatar la recuperación de enfermedades y cirugías, porque al envejecimiento cerebral normal se une el impacto neurobiológico de la depresión.
Esto produce modificaciones estructurales en regiones específicas del cerebro que tienen relevancia clínica, ya que influyen tanto en la prolongación del estado depresivo como en la posible respuesta al tratamiento farmacológico.
Cómo reconocer la depresión
Existen muchos factores que influyen en la aparición de los trastornos depresivos en las personas mayores, como el duelo o la ausencia de apoyo afectivo.
Si notamos que la persona pierde interés por las cosas con las que antes disfrutaba, mantiene una actitud triste y decaída, tiene dificultad para concentrarse o tiende a aislarse en casa, no debemos achacar su comportamiento a la edad, sino tomar cartas en el asunto.
También hay que intervenir en caso de que notemos un cambio en su ritmo de sueño, veamos que descuida su aspecto físico, cambia su apetito y su peso o aparecen manifestaciones de ansiedad, crisis de pánico o síntomas físicos como dolores generalizados, de cabeza, problemas digestivos...
Ante todos estos indicios se debe acudir al médico para que sea quien diagnostique la enfermedad y ponga el tratamiento más adecuado al caso.
Prevenir es curar
La clave para prevenir la depresión del anciano es aprovechar las oportunidades que nuestra actividad cotidiana nos ofrece para compartir, disfrutar y de esta forma enriquecerle. Por ejemplo, es recomendable realizar actividades sencillas que mantengan su mente activa, como ocurre con los juegos (crucrigramas, sopas de letras, juegos de mesa) o al leer el periódico o escuchar la radio
Para favorecer su autonomía y que el sentimiento de inutilidad que en ocasiones experimentan desaparezca, debemos hacerle partícipe en la toma de decisiones de las tareas cotidianas y agradecerle su colaboración; procurar que se relacione con otras personas, que mantenga su vida social y fomentar pensamientos positivos charlando sobre su vida presente y sobre el futuro.
En consonancia con lo anterior, se deben respetar las preferencias de los mayores, ya que suelen tener una mentalidad más cerrada en cuanto a los cambios de estilo de vida. Les cuesta adoptar nuevos hábitos o hacer cosas que otras personas de su edad disfrutan mucho.
Un psicólogo especializado en problemas de la Tercera Edad puede ayudar a desarrollar una estrategia para el mayor y ayudar a la familia a lidiar con la enfermedad de la forma más eficiente posible.