Parkinson y medicinas

El Parkinson se trata con fármacos, pero también existe tratamiento quirúrgico y es muy recomendable el ejercicio físico. El neurólogo Francisco Grandas nos explica los tres sistemas.

El Parkinson no se cura. Es una enfermedad crónica, neurodegenerativa, que afecta al sistema nervioso, concretamente al área del movimiento. Las neuronas dopaminérgicas mueren progresivamente sin que se conozca la causa, privando al organismo de dopamina.

Esto provoca dificultades motoras, temblor de reposo, rigidez muscular y otros síntomas. Pero los enfermos diagnosticados y tratados correctamente tienen una esperanza de vida muy similar a los que no padecen la enfermedad.

El doctor Francisco Grandas, neurólogo especialista en Parkinson y Jefe de la Unidad de Parkinson y de Trastornos del Movimiento del Hospital Beata María Ana de Madrid nos explica cómo se trata.

Tratamiento farmacológico

“El bloque principal terapéutico es el de los fármacos. Hay muchos tipos de fármacos, pero todos ellos están relacionados generalmente con la mejora de la transmisión dopaminérgica”.

Esa transmisión es precisamente la que se ve alterada, entre otras, en los enfermos de Parkinson. “Esa es la principal alteración neuroquímica de la enfermedad de Parkinson, no la única, pero sí la principal. Y esa la podemos modular razonablemente bien”.

La Levodopa

En la mayoría de los casos "se administra Levodopa. Hay varias formulaciones de Levodopa, y otra serie de fármacos que, o actúan de forma parecida, o potencian sus efectos".

"La Levodopa no actúa directamente en el cerebro, tiene que transformarse en dopamina. La dopamina es la consecuencia de determinada actividad enzimática sobre determinados compuestos químicos, y la Levodopa es justamente el precursor inmediato".

"La Levodopa tiene que atravesar la barrera digestiva, la barrera hematoencefálica… y eso lo hace con un mecanismo competitivo con otras sustancias parecidas, como los aminoácidos aromáticos. De tal manera que una comida rica en aminoácidos aromáticos, rica en proteínas animales, va a producir inmediatamente una disminución de la absorción de Levodopa porque compite con ella".

Los agonistas dopaminérgicos

"Se utilizan también", continúa el doctor Grandas, "agonistas dopaminérgicos, que tienen sustancias que se parecen desde el punto de vista químico a la dopamina, y que actúan en los mismos sitios del cerebro que la dopamina. Tiene la ventaja de que para llegar a ese sitio no necesita biotransformarse como la Levodopa".

"No se opta por uno o por otro, se usan de forma combinada. Es verdad que un paciente empieza con un fármaco y se tarda años en añadirle otro. A veces la combinación es precoz".

"A un paciente puede ser más apropiado tratarlo con Levodopa que con agonistas dopaminérgicos, mientras que en otro más joven pueden usarse agonistas dopaminérgicos antes que la Levodopa para intentar retrasar algunos de los inconvenientes del tratamiento crónico con Levodopa".

Inconvenientes de la Levodopa

El consumo continuo de este medicamento puede ocasionar "oscilaciones de la movilidad a lo largo del día. El paciente va teniendo momentos malos y buenos en función de las dosis que va recibiendo a lo largo del día, de las pastillas que toma. Esto en el mejor de los casos. Otras veces se van teniendo respuestas erráticas, aleatoriamente".

No se puede especificar cuándo y cómo pueden aparecer estas complicaciones. "Estos efectos aparecen de manera variable, dependiendo de la edad del paciente o de la dosis". Por eso se recurre a la combinación con otros medicamentos, "porque disminuye la prevalencia de estas complicaciones".

El doctor Grandas también señala que es más fácil para el paciente ser regular ingiriendo la medicación con aquellas sustancias que se administran una vez al día. Por ejemplo, la administración en parches transdérmicos.

Además hay otros productos que tienen liberación retardada y que por tanto pueden administrarse menos veces al día.

Tratamiento quirúrgico

El farmacológico es el tratamiento más importante, pero no el único. Grandas especifica que “para pacientes con determinadas características existe el tratamiento quirúrgico”.

Consiste en “la implantación de electrodos en determinados núcleos profundos del cerebro para producir una estimulación de alta frecuencia”. Con ello se consiguen, en los pacientes adecuados, reducir algunos de los síntomas y mejorar el control del movimiento.

Este tipo de intervención no está indicada para todos los enfermos. Es “para aquellos que tienen determinadas complicaciones motoras, con alteraciones de la movilidad a lo largo del día, con movimientos involuntarios por la medicación y que son relativamente jóvenes. Esta es la diana ideal para la intervención quirúrgica”.

“Antes de que se extendiera esta terapia”, continúa el doctor, “se hacían lesiones en determinadas estructuras del cerebro, algunas de ellas en los mismos sitios donde ahora ponemos electrodos. Hace unos 20 años”.

“Desde hace unos 15, al menos en España, no se hacen lesiones, sino implantes de electrodos para provocar, mediante generadores externos, estímulos de alta frecuencia”.

El generador externo de impulsos es un dispositivo con un tamaño similar al de un marcapasos cardiaco. “Se coloca en un lugar similar, detrás de las clavículas. Ese generador lo podemos programar y por telemetría podemos leer los parámetros, modificarlos, etc”.

“Nosotros podemos controlar los parámetros eléctricos de ese generador”, explica el doctor. “Y cuando se agota, que suele ser al cabo de unos cuantos años, se sustituye por otro y se reprograma otra vez”.

Ejercicio físico

“Aunque desde hace mucho tiempo se sabía que el ejercicio físico podía ser bueno para muchas entidades, es especialmente útil en los pacientes con enfermedad de Parkinson” añade Grandas.

“Los estudios que están teniendo lugar tienen un diseño mucho más ortodoxo que los que se habían publicado en los últimos años. Se ha probado que determinados tipos de ejercicio físico pueden mejorar determinados aspectos motores, sobre todo lo relacionado con la marcha”.

Así, por ejemplo, son recomendables algunos entrenamientos en cinta o caminar por la calle, técnicas del Tai Chi y determinados bailes, como el tango. “Se ha confirmado que mejoran el control motor, algunos aspectos de la marcha y algunos aspectos del equilibrio”.

“En concreto el Tai Chi es una de las pocas actividades estructuradas que ha demostrado ser eficaz en la reducción del número de caídas. Es un artículo publicado en el New England Journal of Medicine, que cumple el rigor de la ortodoxia metodológica actual”.

“Estos son los tres grandes bloques de ejercicio. Pero probablemente haya más. La ejecución de actividades que produzcan satisfacción o placer, que constituyan la consecución de un reto, seguramente sean también muy positivos”.

“No hay estudios, pero el agrado de recompensa que puede dar sentirse activo profesionalmente, seguir con actividades sociales, hobbies... puede ser útil.”

“La sensación placentera utiliza la misma hormona deficitaria en la enfermedad de Parkinson, que es la dopamina, así que es muy probable que no sólo el ejercicio, sino el ejercicio encaminado a este tipo de actividades, probablemente tenga un efecto doblemente positivo”.

Te recomendamos ver las Masterclass: