Comprender el dolor del enfermo

Una de las necesidades más importantes para el cuidador es saber cómo se encuentra la persona a la que cuida y si le duele algo. El dolor suele ser indicativo de que algo no funciona bien en el organismo del paciente. Pero, ¿qué es el dolor?

Todos sabemos que sufrir un corte o una quemadura causa dolor. Nuestro cerebro recibe esta señal neuroeléctrica desde el lugar donde se ha producido el daño. Se trata de una llamada de atención para que pongamos remedio a aquello que lo ha provocado. Por ejemplo, en caso de tocar algo que queme reaccionaremos retirando la mano.

Pero, ¿qué pasa cuando el dolor proviene de dentro? En estos casos el cerebro no está tan preparado ni para detectarlo ni para solucionarlo.

El dolor tiende a desaparecer una vez ha cumplido su función, pero en ocasiones permanece debido a una enfermedad o lesión. En estos casos se convierte en un inconveniente añadido para el paciente, porque no solo va a interferir con su recuperación, sino que, además, va a afectar a su estado de ánimo.

Cuando se trata de una enfermedad crónica, donde el dolor está constantemente presente, es necesario crear un plan de intervención. El uso de analgésicos para intentar calmar el malestar, a la larga, no es la solución. El abuso de los fármacos produce un acomodo a los mismos, y para obtener iguales resultados hay que ir subiendo la dosis.

Es por ello que a estos pacientes se les suele enseñar técnicas de relajación, de respiración profunda y de visualización positiva, que pueden realizarse de forma individual o guiadas por el cuidador.

Todos estos métodos buscan "calmar la mente" y "desconectar" la señal del dolor, de forma que la persona que sufre pueda sentirse tranquila y relajada.

El objetivo de estas técnicas es mejorar el estado de ánimo del paciente. De esta forma, se produce una mejor convivencia con el resto de personas de su alrededor, incluido el cuidador. Además, es fundamental mantener una correcta relación entre el cuidador y el cuidado para que la atención sea de calidad. No es lo mismo encargarse de una persona malhumorada que cuidar de alguien con una sonrisa en la cara.

Además, el cuidador tiene que tener en cuenta que el paciente va a experimentar lo que se denomina sensibilización al dolor. Es decir, a cada pequeño síntoma de malestar el enfermo se sentirá irritado e incómodo. Es como si escuchásemos el ruido de una campan una y otra vez cada hora, durante todo un día. El sonido nos exasperaría aunque solo se reproduzca una sola vez al día siguiente.

Pues el dolor es así. La molestia continuada hace que un pequeño dolor sea vivido como algo insoportable. Y a veces, los cuidadores no lo tienen en cuenta y lo atribuyen a "exageraciones" del paciente, cuando en realidad es simplemente que se produce el proceso de sensibilización al dolor. Éste se supera de la misma forma, es decir, poniendo al organismo en un estado de relajación, gracias a técnicas relativamente sencillas de aprender y de practicar.

Excepcionalmente hay enfermedades que se basan en el dolor, como es el caso de la fibromialgia. En esta patología se deben seguir todas las recomendaciones, como no realizar esfuerzos musculares, no coger peso ni estar demasiado tiempo manteniendo las mismas posturas.

También es recomendable que adopten técnicas de relajación que, unidas a la práctica de deportes como la natación o el yoga, se ha comprobado que incrementan la calidad de vida de las personas con fibromialgia. Estos métodos reducen el número de ocasiones en las que se manifiesta el dolor y su intensidad.

El dolor de la mente

Otro asunto totalmente diferente, aunque también se llama dolor, es el conocido como dolor psicológico. Es decir, el sufrimiento que tiene la persona al ver que necesita la ayuda de otros para realizar determinadas actividades. Así como ver que sus familiares dejan sus actividades cotidianas para cuidarle.

Este sufrimiento debe ser entendido por el cuidador y comprender que va a afectar al estado de ánimo de la persona a la que cuida. En algunos casos será recomendable consultar al especialista, ya que puede desencadenar en una depresión. Este hecho es bastante frecuente en aquellas personas que debido a un accidente o a una enfermedad grave se han convertido en dependientes y requieren la atención y los cuidados de otra persona.

Con la ayuda del especialista se puede lograr que la persona a la que cuidemos mantenga un estado de ánimo positivo, superando con ello el dolor psicológico y aceptando su situación. A través de la psicoterapia el enfermo puede expresar lo que siente, a la vez que recibe las recomendaciones y consejos del psicólogo. De lo que se trata es de lograr que acepte su situación, sin perder la esperanza de poder llevar una vida con la mayor dignidad y calidad posible.

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