Alzheimer y depresión

Alzheimer y depresión. Pueden aparecer unidos en las primeras fases del deterioro cognitivo. Saber identificar la depresión en un enfermo de Alzheimer es complicado, pero importante.

Es frecuente que conjuntamente con la enfermedad del Alzheimer se presenten indicios depresivos. Esto sucede especialmente al comienzo de la afección y en la fase media, cuando prevalecen los intervalos lúcidos. Así, los pacientes se percatan del deterioro cognitivo que están sufriendo y eso les lleva a sufrir síntomas depresivos.

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Saber identificar la depresión en un enfermo de Alzheimer puede ser complicado. A menudo la línea que separa la depresión del Alzheimer se puede llegar a difuminar.

Las dos dolencias comparten síntomas depresivos: apatía, pérdida de interés en actividades que antes realizaban por voluntad propia, alteraciones en el apetito o en el sueño, irritabilidad, fatiga o pérdida de energía, aislamiento, problemas de concentración y disparidad de pensamientos.

Otro de los obstáculos para diagnosticar la depresión reside en la dificultad que tiene el afectado para expresar sus sentimientos.

Obtener el tratamiento adecuado para la depresión puede mejorar significativamente la calidad de vida del dependiente. Para ello, será un especialista quien determine qué medidas se han de adoptar y qué pruebas se habrán de realizar.

¿Qué puedo hacer como cuidador para reducir los síntomas de la depresión?

Como cuidadores podemos contribuir a lograr una mejoría en el enfermo de Alzheimer deprimido gracias diferentes recursos. Para lograrlo, una buena iniciativa es hacerle partícipe de algún Grupo de Apoyo Mutuo (GAM).

Está demostrado que tiene efectos muy positivos en quienes manifiestan síntomas de depresión. Sobre todo en las fases tempranas del Alzheimer, cuando la persona es consciente de su enfermedad y mantiene una actitud activa.

Otro de los recursos de los que podemos echar mano es la rutina. Si creamos unas pautas diarias o semanales, el dependiente se sentirá más cómodo siguiendo el patrón. Por tanto, es aconsejable aprovechar las horas en que la persona esté más activa para llevar a cabo tareas difíciles, como bañarle o realizar ejercicio físico.

También es importante celebrar los pequeños éxitos y logros del dependiente y reconocer sus contribuciones. Hay que proporcionarle la certeza de que es una persona importante, querida y respetada en la familia. De esta forma, se reducirá el aislamiento y la sensación de ser una carga para los demás.