Jamás pensé que el dicho: "Si no puedes con tu enemigo, únete a él", fuese a ser mi mejor aliado en estos años.

 

Apareces en mi vida sin invitarte, sin conocerte y te apoderas de todo... Tiempo, rutinas, dinero, amistades, familia, y sobre todo, de lo emocional. 

 

Te llevas a mi madre minuto a minuto, día a día, mes tras mes y así durante tres años. 

 

Al principio te aparté de mi vida, te ignoraba, no te quería en ella. Veía y veo cómo te apoderas de los recuerdos de mi ser querido, y de manera sigilosa, le vas robando todo lo aprendido a lo largo de sus años… ¡Qué horror, qué pena, qué angustia y desesperación! 

 

Y un día, cansada de luchar y de ir contra corriente, entendí que no podía seguir así. Agotada emocionalmente, comprendí que tenia que aliarme con mi enemigo el ALZHEIMER. 

 

¿Y cómo? 

 

Información, información y más información. Con la información, llegan las herramientas necesarias para poder llevar mejor esta nueva relación no deseada, y cuanto menos detestable.  Me rindo a ti, camino junto a ti, te sigo.... Te vigilo, te observo, pero jamás,  jamás seré tu amiga.  

 

Comienza el día, la luz del amanecer inunda el patio y antes de que suene el despertador, te siento, estas aquí, lo sé, apenas me dejas dormir. 

 

"Vamosss"- me digo, ¡A por el día! 

 

Despierto a mi madre y con el zumo de naranja en mano y sus primeras pastillas, le digo: "Vamos mamá, buenos días".  Y ahí estás tú, haciendo de las tuyas. -"Hoy no viene el micro, es domingo" - me dice.  Te ignoro y sigo con la rutina.  

 

La acompaño al baño y le marco las pautas, siempre a su lado, para que tú no la distraigas.  Con la ropa preparada para vestirse, voy a hacer el desayuno, y ahí, te quedas tú con ella.  Regreso a la habitación y la observo, le haces hacer cosas que jamás ella hubiese hecho. Con paciencia y como si no estuvieses, la corrijo... y seguimos.  

 

Toca el desayuno y como una niña pequeña "cuidado que te manchas", "coge la servilleta"....  Te ríes de mí, pero te ignoro y sigo.  

 

Tocan el timbre. Viene el micro a recogerla. Se despide de mí, como cualquier niño que va al cole." Hasta la tarde", me dice.  Cierro la puerta, y en la soledad de la casa, lloro, me derrumbo.. ¿Por qué?  

 

Me pregunto: ¿Por qué una noche así? Una noche en la que me despiertas preguntando por miembros de la familia que ya no están y sufro. Sufro por el recuerdo, y por verte a ti, mamá, ausente en el presente y tan viva en un pasado que no volverá.  

 

Nada como una ducha, para recargar pilas y seguir con la vida. Una vida que tú, Alzheimer no me vas a truncar. Una vida que vivo ahora contigo, sin quererte, pero aliándome a ti, y aprendiendo valores nuevos, paciencia, habilidades, estrategias, etc. Pero, sobre todo, aprendiendo y recordando historias de un pasado familiar contado por la protagonista principal, mi MADRE. 

 

Sé que vas a estar ahí, hasta el fin de sus días. Me costó asimilarlo, asumirlo… pero recuerda Alzheimer, yo sigo aquí, no podrás conmigo, no me rendiré ante ti. Y no olvides tú, que jamás, jamás seré tu AMIGA.