Mi madre ha sido cuidada y hemos sido todos sus cuidadores, inclusive mi pequeña hija de tan sólo 4 años.

 

De manera muy especial, he de decir que somos una familia que todos cuidamos de todos. De hecho, ella también cuida de mi pequeña hija.

 

El camino ha venido marcado por asumir enseñanzas, inclusive mi hija pequeña, de procesos reales tales como la enfermedad y accidentes que ha tenido que presenciar. Esto nos ha dado una oportunidad de crecimiento y de compartir momentos como estos que nos han unido y dado mayor crecimiento personal, además de unirnos con la fuerza más potente de nuestro corazón: AMOR DE MADRE A HIJAS, DE HIJAS A MADRE, NIETOS/A, MARIDO… AMOR INCONDICIONAL.

 

A continuación, paso a relatar los hechos y los pasitos dados en este camino. Estos pasos han venido cargados de muchas emociones contrariadas, profundas e intensas, de miedos, de dolor, de tristeza e incluso de silencios e incomprensión, discrepancias, discusiones, etc. Los hemos abordado desde la aceptación, el compromiso y el respeto mutuo; asumiendo que es necesario vivir las circunstancias de la vida como protagonistas y no como víctimas, dejando de lado el miedo, para poder vivir cada momento al lado de nuestras personas más queridas, sea lo que sea lo que nos toque vivir, sin perder ningún detalle ni ninguna oportunidad.

 

Comienzo a contarles el relato de lo vivido:

Se acercaba el 20 de abril y planeábamos celebrar el 70 cumpleaños de mamá. Yo estaba de vacaciones unos días en el sur de la isla, así que estuvimos de acuerdo en celebrarlo el domingo 21 que era cuando llegábamos mi hija, su padre y yo.

 

Los días anteriores mi madre Josefa se había encontrado con algún malestar, no considerábamos que se tratase de nada de importancia, por lo que olvidamos que la vida es un instante incierto e inesperado que no se puede programar.

 

Acercándose la hora en la que iban a llegar mi hermana y mi sobrino para la celebración, empezó a empeorar, no se mantenía en pie, ni sentada, se iba hacia los lados, tenía la cara hinchada, dificultad respiratoria, etc. Llame a la ambulancia, que la traslado con urgencia al hospital. Allí ingreso en un estado verdaderamente preocupante con 41 de fiebre, entre otros síntomas.

 

Durante todo su ingreso yo (Teresa) y mi hermana (Mercedes) estuvimos presente todo cuanto pudimos; conciliando vida laboral con responsabilidades familiares. Quien estuvo allí día y noche de forma incansable fue nuestro padre, quien no se aparto de su lado ni un solo instante, como siempre lo ha hecho, durante los 45 años de amor que han compartido desde que se conocieron.

 

El diagnostico de mi madre antes del ingreso ya era un cuadro complicado (Con Hipertensión portal idiopática, cavernomatosis portal con esplenomegalia gigante, asma, hipoacusia, hepatitis aguda, aneurisma arteria esplénica, operada de cataratas en dos semanas 5 intervenciones perdiendo el 50% de la visión de uno de los ojos por negligencia médica, colestasis leve, trombopenia leve, anemia leve, factores procoagulantes múltiples, cirrosis hepatica), de hecho, los médicos en los controles de seguimiento, le comentaban en algunas ocasiones que su vida y estado de salud era realmente un Milagro.

 

Le dieron el alta dos semanas después, con un diagnóstico de Bacteriemia por Klebsiella oxytoca. Afortunadamente, a pesar de no haber podido practicar punción para analizar el líquido y utilizar el antibiótico preciso, responde y muestra mejoría con el antibiótico y tratamiento aplicado.

 

Además del tratamiento que ya tenía para mantener las pulsaciones a unos niveles bajos y disminuir el riesgo de hemorragia interna, le prescriben unas pastillas diuréticas para prevenir nuevamente la retención de líquido.

 

Con todo ello, la debilidad que supone en su cuerpo sufre una fuerte caída en la calle, dándose un golpe en la cabeza, perdiendo el conocimiento y con sangrado importante. La ambulancia la traslada al hospital, donde tras un TC cráneo y la sutura de la herida le dan el alta. Habían transcurrido exactamente 4 semanas desde el alta y su primer ingreso.

 

La primera noche tras la caída, la desperté cada hora; además, también al día siguiente estuve pendiente durante su sueño. El tercer día de esta, empezó a vomitar sangre y hubo que trasladarla urgentemente al hospital, donde ingresa por abundantes vómitos de sangre y rectorragia.

 

La Vida seguía poniéndonos a prueba, en especial a mi madre, su valor, coraje y fortaleza. Allí estuvo valientemente con una sonrisa cada momento, diciéndome con total seguridad que no me preocupase que volvería a casa y superaría este nuevo episodio.

 

Una semana después le dieron el alta, con diagnóstico de hemorragia digestiva alta secundaria, varices esofágicas y ligadura endoscópica, además de las várices gástricas y su cavernomatosis portal idiopática.

 

Se acercaba el cumpleaños de su pequeña nieta Sara, mi hija que cumplía 4 añitos dos semanas después. Afortunadamente la vida nos dejó celebrarlo todos juntos en la paz; agradeciendo por más momentos para compartir y celebrar juntos, recordando que la vida es tan sólo un instante y un préstamo, cuyos intereses nunca sabes muy bien sí han sido debidamente pagados.

 

Parecía increíble tenerla aún entre nosotros, con esa fuerza, vitalidad, optimismo y coraje. Dos semanas más tarde, celebraríamos el cumpleaños de mi padre Pedro. La misma noche que lo celebramos en familia, mi madre empezó con molestias oculares, al día siguiente acudimos a urgencias con ella, lo que parecía una infección ocular sin mayor importancia, se trataba de una grave infección ocular al habérsele abierto la cicatriz de las operaciones de cataratas y desde esa fecha ha estado en controles, revisiones y con gotas cada hora día y noche, que de forma especial y con mucha paciencia mi padre le ha suministrado acompañándole a cada revisión.

 

Han transcurrido algunos meses desde el primer ingreso, ha sido uno y otro episodio diferentes y relacionados a la vez. En todos ellos hemos compartido a su lado la fuerza del Amor Incondicional, la luz de la esperanza, la creencia, la voluntad, haciendo visualizaciones, leyendo mensajes positivos, pintando mándalas y con su valor y coraje, junto a las semillas de Amor que plantamos quienes le queremos y acompañamos, sus hijas Mercedes y Teresa, sus nietos Sara, Pedro y Javier, de manera especial su marido Pedro. Hoy Josefa, sigue siendo la prueba Milagrosa de que la medicina más poderosa y curativa se llama AMOR. TODOS SOMOS CUIDADORES y CUIDADOS/AS.

 

A MI PADRE Y MADRE CORAJE, a quienes nos acompañaron y apoyaron en tan duros momentos.

 

Te quiero mamá, orgullosa de ti, gracias por SER mi maestra y guía MADRE.