Estaba escuchando música suave cuando sonó el teléfono.

 

Una voz conocida urgía mi presencia en el hospital universitario, pues habías tenido una caída con secuelas graves. Mantuve extrañamente la calma, conduje hasta allí, caminé, te encontré. Al verte presentí todo.

 

Te acompañé durante 6 días y en ese tiempo, me enseñaste varias formas de lucha por la vida que los seres humanos podemos realizar, aún en la mayor dependencia. Aprendí mil detalles del cuidado hospitalario y cuán importante es la atención profesional brindada desde el amor y la solidaridad.

 

Después, me hice cuidadora de otras personas.

 

Adiós hija.