Soy Inma, la esposa y persona cuidada por Demetrio y voy a intentar describir como es mi esposo, y lo que hace por mí día a día.

 

Lo primero que he de decir es que es un ángel bajado del cielo. Todas las personas que le conocen, le aprecian pues es amable, cariñoso, atento, simpático, gracioso, siempre tiene una sonrisa para todos, y, lo más importante, es muy muy buena persona, la mejor que conozco. 


Me quedo corta describiéndolo, pero tampoco quiero ser pesada.

 

Cuando me diagnosticaron de ELA, lo que me dijo fue que nos había tocado y que juntos lo superaríamos. Durante un tiempo seguimos con normalidad nuestra vida. Ahora, pasado un tiempo, hemos tenido que adaptarnos a los grandes cambios que nos han llegado.


Demetrio ha dejado de trabajar para dedicarme las veinticuatro horas del día.

 

A primera hora del día, se levanta, se asea, y, cuando llega la auxiliar de la dependencia, va a desayunar y algún recado que haya que hacer, esto le sirve para despejarse un poco de  tiempo. El resto del día me lo dedica por completo. Medicamentos, comidas, cuando tengo que ir al baño, limpiarme las flemas, rascarme, etcétera. Y todo esto siempre con una sonrisa y demostrándome lo enamorado que está aún de mí. Por las noches está pendiente de cambiarme de postura. Y siempre dispuesto a ir a dar un paseo o lo que haga falta si me apetece.


No sé que más puedo decir, que si hay una persona que merece ser reconocido como un gran cuidador, ése es mi esposo, Demetrio.