Cómo fomentar el envejecimiento saludable

El proceso acelerado de envejecimiento que está experimentando la población española unido al aumento de la prevalencia de enfermedades crónicas y de personas mayores en situación de dependencia, supone un reto sin precedentes para nuestra sociedad.

Debemos adaptarnos a este nuevo desafío con urgencia para poder mejorar y mantener la salud y la capacidad funcional de las personas de edad avanzada, promoviendo políticas de salud pública que favorezcan un envejecimiento saludable en el propio entorno.

En este contexto sociodemográfico y epidemiológico, cobra cada vez más relevancia no sólo el número de años vividos, sino la calidad de vida con que se viven. Por tanto, el reto fundamental para los sistemas sociales y de salud es que vivamos un mayor número de años con el menor número de limitaciones funcionales, y con la mayor autonomía y calidad de vida posibles.

Julián Corral es especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública. Ha realizado un Máster en Gerontología Social, especialidad en Calidad de Servicios Gerontológicos. Tiene un amplia experiencia en el sector sociosanitario.  Además trabaja como profesor colaborador en diversos organismos e instituciones, con más de 3.000 horas de experiencia docente acreditada en el ámbito de la Salud Pública, la Gerontología/Geriatría y la atención social y sanitaria a personas con discapacidad y/o dependencia, tanto en formación de pregrado, como de formación ocupacional especializada.

 

A pesar de los avances científicos y tecnológicos habidos en los últimos años, resulta paradójico que el modelo actual de organización y de provisión de servicios sanitarios y sociales -diseñado en su día para atender episodios agudos y dispensar cuidados de corta duración- no haya experimentado la transformación necesaria para dar respuestas eficaces, eficientes e integradas a las necesidades complejas y evolutivas de las personas mayores en situación de fragilidad, que básicamente demandan cuidados continuos y prolongados en su entorno natural.

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El envejecimiento saludable, clave de presente y de futuro

El envejecimiento saludable, definido como el proceso de fomentar y mantener la capacidad funcional que permite el bienestar en la vejez, requiere, entre otros requisitos, de un nuevo marco legislativo y organizativo para la acción intersectorial e interdisciplinar que tenga en cuenta: la heterogeneidad de las experiencias en la vejez, ocuparse de las inequidades existentes, evitar los estereotipos y la discriminación por edad, capacitar a los mayores para adaptarse a los desafíos y al cambio social del envejecimiento, contemplar la salud desde la perspectiva de la trayectoria de funcionamiento de la persona, y fomentar el envejecimiento en el propio entorno.

En este sentido, es importante tener en cuenta que las personas mayores pueden mantener la autonomía a pesar de depender de cuidados si conservan la capacidad de tomar decisiones sobre los asuntos que les conciernen y pueden dirigir la ejecución de esas decisiones.

Favorecer la autonomía personal 

Existen numerosas experiencias en el contexto internacional sobre modelos de atención integrada social y de salud que fomentan el envejecimiento saludable en el entorno, pero que no están siendo percibidas en nuestro país, debido a inercias funcionales muy arraigadas y a la falta de liderazgo por parte de determinados gestores y responsables políticos con escasa visión de futuro, particularmente en el ámbito regional y local.

Estos nuevos modelos se basan en la promoción de políticas públicas que fomentan el envejecimiento activo y saludable, favorecen la promoción de la autonomía personal y la prevención de la enfermedad y/o discapacidad, y promueven una atención digna y de calidad en el entorno natural de las personas. Es decir, promueven políticas de salud pública con los consiguientes beneficios para toda la población, gracias a la implementación de redes comunitarias de servicios integrados nucleadas en torno a equipos interdisciplinares coordinados por gestores de caso.


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Necesitamos diseñar comunidades y entornos de vida inclusivos que sitúen a las personas mayores y sus necesidades en el centro del sistema de cuidados, en lugar de seguir anclados en un sistema que gira en torno a la enfermedad, las necesidades de los gestores y clínicos, y la política de los proveedores de servicios.

Necesitamos también construir un nuevo marco de relaciones entre los distintos actores implicados más cercano a las personas, más integrado y eficiente, que ofrezca oportunidades reales para una participación social satisfactoria que les permita tomar decisiones informadas sobre su propio proceso de atención, y que les garantice bienestar, calidad de vida, un trato digno y pleno respeto a sus decisiones personales sobre cómo y dónde desean ser atendidos.