Una persona no se convierte en cuidador de un día para otro, sino que necesita un proceso de adaptación a esta nueva situación que le va a tocar desempeñar. Y hasta que logre adaptarse a su nuevo rol puede pasar por distintas fases. La psicóloga María Dolores Villegas nos explica en qué consisten.
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1. Negación o falta de conciencia del problema
Se utiliza la negación del hecho como un mecanismo para controlar los miedos y ansiedades que genera la situación. La persona no quiere ver las evidencias que demuestran que su familiar o allegado padece una enfermedad.
También se considera negación evitar hablar del deterioro o incapacidad que se comienza a producir.
Esta fase, por supuesto, es temporal, ya que conforme avance el tiempo, las dificultades de la persona para mantener su autonomía funcional se hacen más evidentes y son imposibles de obviar.
¿Qué hacer para ayudar al cuidador a asimilar la nueva situación?
-Darle tiempo para que vea por sí mismo los cambios que se producen en la persona que pasará a ser cuidada.
-Mostrarle las evidencias de ese cambio (si no las ve por sí mismo). Es decir, comparar cómo era o estaba antes a cómo es o está ahora.
-Hablar de la enfermedad de manera natural.
-Preguntarle cómo se siente y dejar que se exprese.
Todos estos pasos hay que hacerlos con delicadeza y dándole tiempo para que asuma la nueva situación. No podemos enfadarnos si no quiere ver problema, puesto que es un "shock". Forzar a asumirlo podría influir de manera más negativa en la aceptación.
2. Búsqueda de información y aparición de sentimientos complicados
Una vez que el cuidador es consciente de la enfermedad, comienza a pensar en las alteraciones que se van a producir tanto en la persona enferma como en ella misma, ya que es algo que afecta a ambas.
A raíz de esto se suele recurrir a la búsqueda de información para aprender todo lo posible sobre la patología, su evolución, implicaciones y cuidados.
Pero esto es bueno, porque también se puede considerar como estrategia para afrontar la situación.
¿Qué información suelen buscar los cuidadores?
-¿En qué consiste la enfermedad, su evolución y consecuencias? ¿Por qué y cómo se produce?
-¿Qué cambios pueden producirse en la persona enferma en cuanto a comportamientos y funcionamiento? Y ¿cómo actuar ante ellos?
-¿Cómo ayudar a la persona que va a cuidar para contribuir a su bienestar? ¿Qué tipos de cuidados debe proporcionarle?
-¿Qué recursos, servicios y ayudas tiene a su alcance? ¿Cómo puede acceder a ellos?
-¿Cómo debe actuar ante situaciones concretas (familiares, económicas, etc.) que le resultan problemáticas o difíciles de afrontar?
Es importante que el cuidador entienda que buscar ayuda no es fracasar, por lo que no tiene que sentirse mal si considera que no puede con la tarea. La ayuda es una estrategia más, una herramienta fundamental. Es una manera de contribuir al bienestar de sí mismo y de la persona enferma.
En esta etapa el cuidador suele comenzar a preguntarse: “¿Por qué me ha tocado a mí? ¿Qué he hecho yo para merecer esto?”. Pero no consigue encontrar respuestas, porque éstas no existen.
También suele enfadarse porque siente que la situación se le escapa de las manos y no puede controlarla.
Conforme aumente la Dependencia de la persona enferma, la cuidadora puede sentirse frustrada e incluso más irritada que al principio.
¿Qué puede hacer el cuidador en esta fase?
Lo primero es conseguir toda la información que el médico, que ha diagnosticado a la persona, nos pueda proporcionar.
Actualmente lo que solemos hacer es acudir a Internet. Sin embargo, en estos casos es aconsejable recurrir a una asociación o a otro recurso recomendado por el médico para que nos informen, asesoren y resuelvan todas nuestras dudas de forma personalizada.
Es una buena opción para conocer todos los recursos y las opciones con las que se puede contar. Además, el cuidador puede sentirse aliviado al encontrarse con otras personas que están pasando por la misma situación. Gente con la que compartir frustraciones y aprender de ellas y de los profesionales, a asumir el nuevo rol como cuidador.
3. Reorganización
Las nuevas responsabilidades cargan la vida del cuidador, por lo que el enfado y la frustración pueden seguir presentes. A pesar de esto, comienza a ejercer cierto auto-control.
Ya cuenta con el apoyo de la información y los recursos externos. Comienzan las negociaciones para compartir la responsabilidad del cuidado con el resto de la familia y se tiene una idea más clara de cuáles son los verdaderos problemas a los que hay que enfrentarse y cómo resolverlos.
De esta forma, el cuidador se siente más seguro dentro del rol que le toca vivir, aceptando mejor los acontecimientos que vengan y ejerciendo un mayor control de la situación.
4. Resolución
En esta fase el cuidador controla la situación y se enfrenta a los acontecimientos con éxito porque cuenta con las herramientas adquiridas durante las etapas anteriores. Además, es capaz de comunicarse y expresar sus sentimientos y emociones de una forma más correcta y sana.
El cuidador aprende a cuidarse, es decir, ya no solo se centra en la persona dependiente de sus cuidados. De esta forma, consigue sacar tiempo para sí mismo y realizar actividades de ocio, así como mantener activas sus relaciones sociales.
Busca la ayuda de otras personas con las que compartir sus vivencias y encontrar comprensión y apoyo, lo cual puede derivar en nuevas amistades.
Todo esto lo consigue a pesar de que la persona enferma cada vez sea más dependiente de ella, lo que demuestra una gran capacidad de adaptación a las circunstancias.
Esta fase también puede producirse cuando se traslada a una persona a una residencia, en el caso de mayores, donde sea atendida por profesionales.
Esto se incrementa en aquellos casos de enfermedades graves, ya que el cuidador no se ve capaz o con fuerzas para afrontar con ella esta etapa y es preferible el ingreso.
Sin embargo, esto no es una ciencia exacta, por lo que no todos los cuidadores pasarán necesariamente por todas estas etapas. Para algunos puede ser más fácil admitirlo y pasar a la fase de reorganización que para otros.
Todo depende de cada caso particular, a pesar de poderse generalizar a la mayoría de los cuidadores.
Pasen por estas fases o no, lo fundamental, sobre todo por parte del entorno del cuidador principal, es ayudarle con sus tareas para que no se sobrecargue y mostrarle apoyo en todo momento.
Blog de María Dolores Villegas: http://mariavillegas.es/