No tener ganas de hacer nada, sentimientos de fracaso, de inutilidad, constantes ganas de llorar como si una enorme bola apretase tu garganta y no te dejara a penas pronunciar una palabra. La apatía y el negativismo dominan tu vida, sumergiéndote en un negro tunel del que piensas que jamás vas a poder salir. Sientes que te has convertido en un estorbo para tus seres queridos porque ya no eres la misma persona, porque ya no vales para nada...

Así es como se siente y como ve el mundo una persona deprimida, y desgraciadamente, el número de personas que sufren este malestar va en aumento. Según la última Encuesta Europea de Salud, en España la depresión ha crecido notablemente, pasando del 5,3% en el año 2009 al 6,9% de la población española en el pasado año 2014, convirtiéndose en uno de los principales problemas de salud por su alta incidencia y sus graves consecuencias personales y sociales.

La probabilidad de convivir con una persona deprimida en algún momento de nuestras vidas es bastante alta

 

Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en el año 2030 este problema se convertirá en la primera causa de discapacidad en el mundo, ocupando actualmente el tercer puesto del ranking. Estos datos parecen ser motivos suficientes para dar la importancia que se merece a este trastorno psicológico y aprender estrategias para ayudar a las personas que lo sufren.

Para saber más sobre este interesante tema, no te pierdas el día 16 de noviembre la Masterclass “Convivir con la depresión: entenderla para manejarla”, con Mª Ángeles Rodríguez López, directora del centro de psicología Clínica Psique. Especialista en Psicología Clínica, Coaching y Atención a Personas Dependientes.

Con estos datos, podemos predecir que la probabilidad de convivir con una persona deprimida en algún momento de nuestras vidas es bastante alta, y esta probabilidad crece exponencialmente si convivimos con una persona en situación de dependencia, especialmente con una persona mayor. Esto es debido a que la depresión está estrechamente ligada al concepto de pérdida. Todos a lo largo de nuestra vida hemos experimentado alguna pérdida, ya sea una ruptura amorosa, un pérdida de empleo o el fallecimiento de un ser querido.

 

Ante estas pérdidas aparece una de las emociones básicas, la tristeza. La tristeza tiene una importante función adaptativa, aunque sea dolorosa y negativa, y es que la tristeza nos prepara para la reflexión, facilita el acogimiento personal y ayuda a poner en orden nuestras vidas tras la pérdida sufrida. Pasado un tiempo, la tristeza tiende a ir desapareciendo y es cuando hablamos de haber superado la pérdida. Sin embargo, las personas mayores conviven día a día con las pérdidas, a veces se solapan unas con otras, haciendo mucho más difícil su recuperación por lo que es muy común que las personas mayores entren en la espiral depresiva, quedando enganchados a la tristeza.

¿Qué podemos hacer?

1. Escucha a la persona. Atiende a los detalles que te envíe, fíjate cuáles son esas pequeñas cosas que le hacen sonreír, cuáles son las que más le alteran… A veces no pueden expresarlo verbalmente y tenemos que estar más atentos a sus señales.
2. Comprende sus emociones. Una persona deprimida está así porque en estos momentos no es capaz de estar de otra manera; no es cuestión de su voluntad.
3. Mantenerle activo. Tareas sencillas, actividades que antes realizaba y ahora no hace, pequeñas responsabilidades cotidianas… Sin forzarle ni agobiarle.
4. Demuéstrale cariño y afecto.

Estas son sólo algunas recomendaciones que se pueden tener en cuenta a la hora de convivir con una persona deprimida. Para saber más sobre este interesante tema, no te pierdas el día 16 de noviembre la Masterclass “Convivir con la depresión: entenderla para manejarla”, con Mª Ángeles Rodríguez López, directora del centro de psicología Clínica Psique. Especialista en Psicología Clínica, Coaching y Atención a Personas Dependientes. Actualmente trabaja en su consulta privada de psicología y compagina esta labor con acciones formativas y psicoeducativas. Ha trabajado recursos sociales, especialmente con personas mayores, y colabora como voluntaria de Cruz Roja en los programas de mayores y en el equipo psicosocial de intervención en emergencias.