LA MEDIACIÓN EN LOS SERVICIOS SOCIALES

Los conflictos son parte de nuestra naturaleza y solucionarlos está en nuestra mano. Pero a veces la situación se complica y es necesario acudir a una tercera parte imparcial, el mediador. Marcela Nora Stanek, vicepresidenta de AMME nos explica la función de esta figura.

El marcado aumento de la esperanza de vida constituye, sin duda, un gran desafío para los servicios socio-sanitarios, no solo por la cantidad, sino por la diversidad de las necesidades y exigencias.

En los conceptos de salud y calidad de vida se tienen cada vez más en cuenta factores subjetivos de cada persona, cómo se siente, cómo lo vive...

Cada persona está recuperando un protagonismo que lejos de simplificar los servicios, les exige un esfuerzo adicional. Poner a “la persona en el centro.”

AMME, Asociación de mediadores para los mayores y su entorno, ha podido comprobar que en este nuevo camino lleno de cambios y diferencias que piden ser respetadas, en bastantes ocasiones se generan conflictos.

El derecho a la información, a conocer las distintas opciones y poder tomar una decisión según los principios bioéticos de autonomía y beneficencia, origina deliberaciones en las que quién recibe los cuidados y servicios no puede faltar.

Reconocer la voluntad de un padre, comprender la decisión de un hijo, aceptar una norma o interpretar la actitud de una persona que nos cuida no siempre es fácil.

Los conflictos son aún más frecuentes si hablamos de convivencia en un ambiente en el que la mayoría de los cambios se pueden identificar con pérdidas, y las expectativas de mejorar son lejanas.

Se suman, en ocasiones, la escasez de recursos y de tiempo. Y esa convivencia determina no solo la calidad de vida de los residentes, sino la de todos y cada uno de los miembros de la organización.

Por ello AMME pone la mediación al servicio de una mejora de la calidad de vida. Quiere generar un nuevo espacio dentro de los servicios socio-sanitarios.

El objetivo es que sea posible gestionar los conflictos y construir un camino de encuentro satisfactorio para todos, preservando, ante todo, la relación entre las personas.

Pero, ¿por qué es necesario un mediador?

En ocasiones, cuando uno es parte involucrada en el problema es difícil encontrar la solución. Cuando nuestros intereses parecen estar en juego, nuestras propuestas no son aceptadas por la otra parte.

Por eso, AMME sostiene que un mediador profesional, ajeno totalmente al problema, puede ayudar. Con una actitud neutral e imparcial. Gestionando las emociones y desarrollando habilidades comunicativas, sin duda puede facilitar la construcción de una nueva historia común, partiendo de lo que cada uno cuenta.

Esa nueva forma de ver la realidad será el punto de partida para encontrar acuerdos y decisiones consensuadas entre todos.

Somos conscientes de que la mediación aún no ocupa en la sociedad española el espacio que merece. Y estamos convencidos de que es muy valioso el aporte que esta institución tiene para ofrecer. Por eso, hemos asumido el reto de darla a conocer en este ámbito.

Haber participado en el último simposio técnico sobre “Buenas prácticas en centros residenciales para la mejora de la calidad de vida” es para AMME un hito alentador. Entre todos podremos reconocer que hay un lugar para la mediación en los servicios socio-sanitarios.