Establecer límites, dormir lo suficiente o atreverse a pedir ayuda son pasos básicos para el cuidador. Porque solo estando descansado podrá prestar al dependiente una ayuda de calidad.
La situación del cuidador informal perturba de modo intenso su equilibrio personal. De hecho, puede llegar a sentir una profunda sensación de soledad con manifestaciones de fatiga crónica, irritabilidad, pérdida de autoestima y desgaste emocional. Esto puede dañar gravemente la relación familiar.
Todo ello se conoce como "síndrome del cuidador quemado” (burn-out), una dolencia que repercute en la calidad de los cuidados que prestamos al dependiente.
El cuidador tiene que establecer límites y objetivos y no asumir más tareas de las que realmente pueda realizar. Hay que intentar distribuir el trabajo de forma equitativa y aceptar relevos para poder descansar.
El cuidador debe tener muy claro que para proporcionar una mejor atención al dependiente tiene que tener energía. Así que no debe sentirse culpable a la hora de pedir ayuda a familiares y amigos.
Tiene que tener tiempo para dedicarse a sí mismo. Ese tiempo se invierte en pasear, distraerse, leer, conducir o ampliar el círculo de amistades, prácticas todas efectivas para combatir el estrés que genera cuidar.
La importancia del sueño
Las horas que duerme el cuidador también influyen a la hora de cuidar al dependiente. Un sueño corto o de mala calidad puede llevar a padecer un intenso malestar general durante todo el día.
Si la ausencia de descanso se prolonga, provocará una importante disminución en el rendimiento físico e intelectual. La fatiga será mayor y aumentará el sentimiento de desazón, de no poder con todo, lo cual repercute de forma negativa en los cuidados al mayor.
Para evitar llegar a esas situaciones, se recomienda que el cuidador duerma únicamente en una habitación destinada a ello. No conviene comer, leer o ver la televisión en el dormitorio. Debe estar tranquilo, cómodo, bien ventilado y con una temperatura agradable. De esta forma, se asociará, de forma inconsciente, el descanso con esa estancia.
La postura más aconsejable para dormir es en posición fetal (de lado), y mejor aún si es sobre el lado derecho del cuerpo. También se puede dormir boca arriba (mejor ligeramente inclinado a la derecha, para que el corazón bombee mejor). Eso sí, hay que evitar colocarse boca abajo porque es perjudicial para la columna y además dificulta la respiración.
Para lograr un descanso más pleno, muchos especialistas sostienen que es importante dormir siestas diarias. Lo ideal es dormir entre 30 y 45 minutos, pero si se desea un descanso más profundo serán de 90 minutos. Este es el tiempo estimado para completar un ciclo de sueño sin que al despertar se sienta fatiga o desorientación.